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Un nuevo ciclo de vida está por comenzar para las etnias purépechas. Le llaman Kurhikuaeri K’uinchekua. Es el Año Nuevo y los pobladores de Huáncito, Michoacán, están listos para recibir la peregrinación que llevará el Fuego Nuevo. Cientos de varas de ocote encendidas alumbrarán la madrugada del 1 de febrero, justo cuando Orión esté en el cenit.

Cada año, los habitantes de las cuatro regiones purépechas —Meseta, Cañada, Ciénega de Zacapu y zona lacustre de Pátzcuaro— se reúnen para celebrar los favores recibidos por la Madre Tierra. Ese momento marca el inicio de otro año, que para  ellos tiene 18 meses, de 20 días cada uno.

La ceremonia inicia en la comunidad que resguarda el Fuego Viejo, Arantepacua. Es dirigida por un grupo de pobladores llamados “cargueros”. A la medianoche, el colectivo enciende el fuego y reúne los símbolos sagrados: la piedra calendario, la bandera y un bastón, que simboliza la sabiduría.

Se encaminan hacia los montes, seguidos por las familias que integran los 11 pueblos purépechas. También les acompañan viajeros.

La peregrinación debe avanzar en total silencio. Se hacen pequeños descansos para recibir comida y agua. Las viandas se reparten entre los habitantes de los pueblos aledaños.

El Fuego Viejo viaja 12 kilómetros. En Huáncito, las nana k’eri (abuelas) esperan su llegada.

Las nuevas varitas de ocote están listas para encenderse. Pero antes, la flama debe tocar la cima de la yácata, una especie de altar piramidal construido en medio de la plaza central del pueblo. Aquí el fuego se transformará en cenizas.

Año Nuevo

El caracol suena para dar la bienvenida a los primeros rayos del sol. En la yácata, los purépechas encienden el Fuego Nuevo. El copal purifica  la atmósfera y se elevan las oraciones a Tata Jurhiata (el padre Sol), Naná Kutsi (la madre Luna), Tata Echari (el señor de la Tierra), sin que falten  plegarias para las deidades Chupiri e Itzu, del fuego y del agua, respectivamente.

De la hoguera, los habitantes encienden nuevas varitas de ocote que serán llevadas a casa para recibir salud y prosperidad.

La celebración sigue su curso con toritos de pirotecnia al viento, saltando sobre petates y bandas, tocando pirekuas, ese canto que en 2010 fue declarado  Patrimonio Intangible de la Humanidad por la Unesco.

Al caer la noche se ha de jugar el tradicional juego de pelota, en el que se utilizan palos para pegarle a una bola, elaborada de cuero, que se moja con alcohol para arderla en llamas.

Cuenta una leyenda que, cuando renació Marte —la quinta estrella—  y desencadenó catástrofes naturales en contra de la Tierra, el pueblo purépecha inventó el juego de pelota, como un remedio para nivelar el cosmos.

HERRAMIENTAS DE VIAJE

Dónde queda. Huáncito se localiza a 35 kilómetros de Zamora, Michoacán. En este punto hay autobuses que te llevarán a la comunidad. Tiempo estimado de viaje: 40 minutos.

Dónde dormir. En Jericó. Habitaciones desde 640 pesos, por noche. www.hoteljerico.com

Web oficial de turismo. visitmichoacan.com.mx

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