Monza.— El piloto holandés de Red Bull, Max Verstappen, se prepara para el que puede ser un hostil recibimiento este fin de semana en Monza, casa de Ferrari, sólo unos días después de enfurecer a los pilotos de la escudería italiana.

Si bien gran parte de la atención estará puesta en el triple campeón del mundo Lewis Hamilton, que buscará el domingo su victoria número 50 en un Gran Premio para convertirse en el primer piloto desde el argentino Juan Manuel Fangio en ganar tres veces consecutivas en Monza, muchas miradas también se centrarán en el joven Verstappen.

“Le dije [a Verstappen] que no le diga a nadie dónde se hospedará en Monza, porque podría haber algunos aficionados enojados”, bromeó el jefe de Red Bull, Christian Horner, después de la polémica protagonizada por el holandés el pasado fin de semana en el Gran Premio de Bélgica.

El joven de 18 años se vio envuelto en un incidente con Kimi Raikkonen y Sebastian Vettel en la salida en Spa, donde tras una arriesgada maniobra su monoplaza tocó los coches de los pilotos de Ferrari, que debieron entrar anticipadamente a boxes. Luego se negó a aceptar las críticas.

“Creo que deberían estar avergonzados de causar un accidente como éste con su experiencia y luego quejarse de mí”, dijo Verstappen tras la carrera en Bélgica, lejos de cualquier señal de arrepentimiento.

“Vettel puede venir y hablar conmigo [en Monza], pero creo que primero tiene que darse cuenta de lo que hizo en la primera curva [en Spa]”, agregó.

Si bien Verstappen ha causado una grata impresión en los aficionados desde que debutó en la F1, algunas personas sienten que hay que ponerle límites.

“Conduciendo me recuerda a los grandes. A Lewis [Hamilton] y a Ayrton Senna [...] Sólo temo que pueda terminar en el muro un día. Para mí es refrescante, pero peligroso”, dijo en Spa el jefe de Mercedes, Toto Wolff.

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