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El Zócalo se convirtió en un trazado provisional para albergar dos autos de Fórmula Uno. El rugido estruendoso de los poderosos motores se dejó escuchar desde Catedral, pasando por Palacio Nacional y hasta tres cuadras de la Avenida 20 de Noviembre.
El piloto australiano Daniel Ricciardo, de Red Bull, y el español Carlos Sainz, de Toro Rosso, fueron los encargados de conducir a los RB7, monoplaza utilizado por Red Bull en 2011, para encender a los 60 mil aficionados que se dieron cita en un evento gratuito.
Ricciardo y Sainz se turnaron el espacio para realizar donas y pisar el acelerador a fondo en lo que fue un show run organizado por la marca Red Bull, el gobierno de la ciudad de México y diversos patrocinadores.
“El show se convirtió en un gran suceso. El día de hoy [ayer] nos fue muy bien, los aficionados estuvieron increíbles. No conocía México, pero me voy con una imagen en mi mente de que son muy apasionados, entusiastas por los deportes en general, incluyendo, por supuesto, la Fórmula Uno”, apuntó Ricciardo al final del evento.
Uno de los objetivos de realizar el evento fue brindar una primera probada de lo que será el Gran Premio de México, programado para el 1 de noviembre, con lo que se terminará una ausencia de 23 años de la Gran Carpa en suelo nacional.
“He sentido mucho apoyo de los mexicanos desde que aterricé esta mañana hasta que terminamos el show run. He sentido el cariño de la afición, muy apasionados, muy latinos. Se viene una carrera oficial en noviembre y esto sólo fue una probada. Ojalá lo hayan disfrutado”, agregó Sainz.
Desde las siete de la mañana, cienos de aficionados empezaron a abordar el centro histórico con playeras de escuderías de F1, así como de otras categorías del deporte motor.
Para los que alcanzaron a pasar a la plancha del Zócalo, pudieron disfrutar de diversas atracciones como simuladores, pistas de juguetes eléctricas, carreras de go karts para niños menores de cuatro años y exhibiciones de autos de los diversos patrocinadores.
A los bólidos de F1, se le unieron desfile de autos clásicos, así como de unidades modernas de Renault e Infiniti. El toque mexicano lo puso el piloto bajacaliforniano Gustavo Vildósola a bordo de su Trophy Truck, con el que realizó vueltas cerradas y dunas, que despertó el grito de “¡México!, ¡México!”.
Al final del evento realizaron un recorrido al mismo tiempo los dos Red Bull y el truck de ‘Tavo’. Ricciardo y Sainz se despidieron en autos descubiertos y ondeando banderas mexicanas. “Ahora podemos darnos una idea de cuánto los aficionados esperan este Gran Premio”, apuntó Ricciardo.
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