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Las puertas del infierno se abrieron para que los Diablos Rojos festejaran sus 100 años de existencia con el “Juego del Centenario” ante el Atlético de Madrid.

Partido que no fue tan espectacular, aunque el invitado cumplió al echar mano de sus figuras. Los Colchoneros presentaron en los primeros 45 minutos a su mejor cuadro: Jan Oblak, Filipe Luis, Koke, Gabi, Juan Fran, Fernando Torres y el francés Antoine Griezmann. El juego tuvo buenas intenciones. No goles.

Lo más emotivo llegó cuando en la segunda parte, Antonio Naelson Sinha entró a la cancha. Recién retirado, al bajito 10 no se le ha notado aún que abandonó las canchas, sigue en forma y lo mejor, sigue recuperándo ese futbol cadencioso que lo hizo el “brasileño” más mexicano de los últimos años.

Como siempre, y como nunca más, Sinha tomó el balón y éste rodó, junto con los Diablos a su ritmo. Los mismos jugadores del Atlético de Madrid se maravillaron y respetaron al veterano, marcándolo a la distancia, simplemente porque a la clase hay que verla de lejos, aunque se esté cerca de ella.

No más de 15 minutos duró el tiempo en que Antonio Naelson estuvo en la cancha, pero fue más que suficiente para que el Nemesio Díez se le entregara en aplausos, recordando a quien se fue de la cancha, pero nunca de sus mentes.

Al recuperar de nuevo el protagonismo, Rubens Sambueza se adueñó de la banda de la derecha, pero ahora sus galopadas se encontraban con la enorme figura de Diego Godín, quien con su simple presencia detuvo el ímpetu del argentino.

Por la izquierda, Mateus Gonçalves, aquel despreciado por el cuerpo técnico de Chiapas, comenzó a mostrar el por qué fue contratado por los rojos. Atrevido, pero inestable, el brasileño hizo que los españoles comenzaran a prestarle atención.

La tribuna tampoco se encendió. Aplaudió mucho a Sinha, pero más allá de eso se dedicó a ilusionarse con lo poco que ofrecieron ambos equipos. Hasta el grito de “¡eeh pu...!” apenas apareció, sólo en dos ocasiones en la segunda parte.

La directiva de Toluca trajo desde Europa a un semifinalista de la Champions League, pero no pudo brillar y los Diablos lo intentaron.

Discreto festejo en el infierno. La gente abucheó al terminar el juego, porque no se tiraron penaltis.

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