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Además de herir al América cuando más debilitado estaba, los Pumas describen otra de sus virtudes en ese partido que ya es histórico para ellos: no sucumbir en la batalla de los sentimientos.

Los universitarios recuerdan que, mucho antes de las tarjetas carmesí a los guaraníes Pablo César Aguilar y Miguel Samudio, el juez asistente Juan Joel Rangel cruzó al central Fernando Guerrero, quien invalidó la legítima anotación marcada por Matías Britos.

Mazazo del que se repusieron gracias al blindaje emocional que han mostrado durante la Liguilla.

“Lo hablamos desde un día antes: [debíamos] estar concentrados desde el minuto cero hasta que terminara el partido, porque si teníamos alguna laguna en eso, podríamos complicarnos”, admite Britos. “Lo mejor fue tener paciencia y hacer bien las cosas”.

Cualidad que resaltan aún más debido al entorno vivido en el Estadio Azteca. Aunque presumen ser un equipo con cabeza fría, los dirigidos por Guillermo Vázquez confiesan lo complicado que es no ser traicionados por el ímpetu cuando la elástica amarilla está enfrente.

“Es fundamental no desconcentrarte, y también es difícil, porque en estos partidos se juega mucho y la calentura está ahí”, recuerda el contención David Cabrera. “El equipo se comportó a la altura”.

“Mentalmente nos hicimos fuertes, no nos desconcentramos, no caímos en errores tontos y ahí está el resultado, aunque es relativo, porque puede pasar todo”.

Así es que solicita calma de cara al choque de mañana en el Olímpico Universitario y, por supuesto, mostrar ese temple que les ha permitido salir bien librados.

“Fue importante [estar concentrados]. El equipo nunca se desordenó, lo que mostramos desde Veracruz”, recuerda. “Aquella vez, aceptó el error que había cometido, y ahora fue inteligente”.

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