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Se tardó. Para ex silbantes como Joaquín Urrea y Eduardo Brizio, las declaraciones hechas por Erim Ramírez, árbitro recientemente despedido de la Comisión a la que tiene demandada, en las que denunció recibir “presiones externas” para supuestamente favorecer a ciertos clubes, “están fuera de tiempo”.

Urrea, silbante central durante los 70 y 80, y Brizio, quien vistió de negro durante los 90, no dudan de que puedan existir esas “presiones”, pero cuestionan el por qué: “No lo hizo cuando estaba en funciones”.

Edgardo Codesal, director técnico de la Comisión de Arbitraje, negó hacer alguna declaración al respecto: “Le agradezco, no tengo nada que comentar”, contestó el doctor cuando fue requerido.

Joaquín Urrea, célebre por haber pitado aquella final América-Pumas en Querétaro en la 1984-85, comentó: “Lo hace porque lo dieron de baja y está en problemas. ¿Qué pasaría si no? No dudo que sea cierto, pero eso deja muy mal parado a los árbitros activos, que siguen guardando silencio. Hubiera sido sano hacerlo antes”.

Aseguró, “bajo palabra de honor”, que en su época, “no había insinuaciones así, y es que éramos una comisión independiente, pero hoy es claro: “el que paga manda” y eso no deja las cosas claras. Podrán decir muchas cosas, pero una cosa es el error arbitral, y otra tener consigna a favor o en contra de un equipo”.

Asociación “blanca”. Eduardo Brizio coincidió con Urrea en el sentido de que Ramírez debió “ser más específico al hablar de cómo se ‘cuida’ a un jugador o a un club, y además lo hizo a destiempo”.

En lo que sí tiene razón es “lo que habla de la Asociación de Árbitros. Desde mis tiempos era un maldito relajo, un sindicato blanco”.

Brizió recordó que en su época: “teníamos que dar 10% de nuestras percepciones y ésta nunca se manejo con transparencia”.

Podrán decir, agregó “que porqué no denuncié, pero sí lo hice, fui el único árbitro de México que renunció a la asociación, porque no quería ser parte de la corrupción”.

En eso, “es en lo único en que estoy de acuerdo con Erim. Tiene fundamento para acusar, pero lo malo es que no lo hizo en su momento. Si era tan corrupta ¿por qué no renunció antes? Yo no pude cambiar las cosas, pero no me volví comparsa de toda esa corrupción que se vivía dentro. Hay que hablar, pero no dejar dudas”.

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