Pide muchas cosas Ignacio Ambriz. Pide tiempo. Pide paciencia. Pide más espacio para entrenar, pero no, en América eso no hay.

El director técnico de las Águilas, después de la derrota (1-3) frente a Atlas, no pone de pretexto el que no tuvo a sus estrellas. Es más, acepta que “potenciaron al equipo”.

No se queja de la expulsión de Darwin Quintero, “aunque ya no pudimos reaccionar igual”. Simplemente dice que “no la metimos y eso fue la diferencia”.

“Hicimos méritos para anotar más de un gol”, dice convencido, además de que no culpa a sus futbolistas de la derrota. “Viendo a Paul Aguilar, Darío Benedetto, Oribe Peralta jugando juntos, sé que este equipo puede dar más, pero no ha habido tiempo para trabajar”.

“¿Benedetto falló mucho?”, se le preguntó al estratega.

Pero Ambriz, en vez de señalarlo, pidió comprensión: “Apenas está agarrando ritmo. El delantero es así, vive del gol; ya caerán. Lo mejor es que las tuvo”.

—¿Qué le falta a este América?

—Tiempo, sólo tiempo, y sé que eso es lo que menos hay aquí. La afición exige mucho, lo sé. Desde que llegué, he sido cuestionado, pero estoy tranquilo, trabajando fuerte, duro, concentrado en lo que debo estar”.

Espera que los titulares indiscutibles poco a poco regresen a su nivel: “Rubens Sambueza aún no está. El doctor me dijo que debe ir poco a poco. Hoy [ayer] jugó 30 minutos; después, jugará 60”.

Quien llegó garboso, lleno de humildad escondida, fue Gustavo Matosas. No quiso referirse mucho al pasado, a su pasado americanista. Se dedicó a decir: “Sigo agradecido por lo que viví aquí”.

—¿No le dedicas el triunfo a alguien en partícular?

Y Matosas, muy diplomático, contestó: “El pasado quedó atrás. Si tengo que dedicársela a alguien, que sea a la afición, porque ganar en el [Estadio] Azteca no es sencillo”.

Descartó que su equipo haya tenido suerte. “¿Cómo?”, pregunta serio, “si hicimos dos goles más que el rival”.

Es verdad “que América llegó mucho más, pero nosotros hicimos los goles”.

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