Pachuca.— América es amante del sufrimiento. Se ha vuelto adicto a esa sensación de estar abajo, de verse obligado a remontar. Incapaz de sacar ventaja, regresa al Estadio Azteca con la necesidad de ganar a los Tuzos. El sueño del bicampeonato pende de ese logro.

Le sucedió con el Herediano tico, con el Impact de Montreal y ahora frente al Pachuca, con el que pierde 3-2 en la ida de los cuartos de final. Otra vez a remar contra la corriente, a buscar el resultado que no lo margine de la lucha por el título del Torneo Clausura 2015 y le instale en la serie de semifinales.

Gustavo Matosas, técnico de las Águilas, luce tranquilo. La desventaja obtenida en la ida de los cuartos no le parece inalcanzable, luego de que sus pupilos se volvieron expertos en resurgir de las cenizas durante la Liga de Campeones de la Concacaf. La mala noticia para el uruguayo es que los hidalguenses lucen más sólidos que los rivales de la región con los que se topó recientemente.

La buena es que esos dos goles de visitante le permite a su equipo instalarse en semis con un triunfo por 1-0, 2-1 y hasta 3-2 en el ‘Coloso de Santa Úrsula’ ante su gente. Empresa que tampoco luce imposible para el equipo más ganador en la historia de la fase final. Se verá si el temple del Pachuca es suficiente para aguantar el marcador y derrocar al monarca del balompié nacional.

El vértigo inicial de su contrincante es demasiado para los de Coapa. América, acostumbrado a ser dominador de los partidos, termina mareado por la velocidad del Pachuca. Los Tuzos se muestran frescos, irreverentes y terminan por enloquecer a la zaga visitante, esa que presume ser campeona de Concacaf y vigente monarca del futbol mexicano.

Escasos cinco minutos le bastan a los hidalguenses para herir a los americanistas. El huracán albiazul se convierte en un bello gol del “cara de niño”, Érick Gutiérrez.

Ese chico que apenas cumplirá 20 años de edad se atreve desde afuera del área a mandar un zurdazo al ángulo de Moisés Muñoz. Tiro que desata con mayor furia el juego intrépido del Pachuca.

Lejos de agazaparse, Pachuca se mantiene fiel a su idea. Las Águilas también se mantienen en la ruta de la confusión, sin poder maniatar los embates de su rival. La propuesta ofensiva de Diego Alonso abruma a la pasividad del equipo de Gustavo Matosas. De hecho, los zagueros emplumados sólo le alcanzan a ver el número a los chamacos hidalguenses Rodolfo Pizarro, Hirving Lozano y al propio Gutiérrez.

Situación incómoda para el América. Vive el apremio, la angustia de sentir que el rival les juega mejor. Pachuca anota de nuevo, mediante un gol de disparo cruzado de Cristian Penilla (17’). El estadio Hidalgo vive una noche de júbilo, de sentir que su equipo puede dejar fuera a las Águilas.

Las escuadra amarilla encuentra la forma de salir del laberinto albiazul. Un bombazo de Michael Arroyo le devuelve fortaleza anímica al campeón con el 2-1 (36’), pero ese sentimiento desaparece en apenas 120 segundos, cuando Ariel Nahuelpán (38’) vuelve a vencer a Moisés Muñoz para regresar la ventaja de dos goles para los locales.

Pero en la Liguilla hay errores que suelen decantar las eliminatorias. Cuando amanecía el segundo tiempo, Walter Ayoví entrega a los Tuzos una ventaja mínima para la vuelta. El ecuatoriano pierde un balón en la salida, que le queda a Darío Benedetto para fusilar a Óscar Pérez (50’).

A partir de ese gol emplumado, producto de un regalo, los capitalinos toman el comando de las acciones. Insinúan a la ofensiva, mas no se preocupan demasiado por empatar. El técnico águila se refugia más tarde en la habilidad de Rubens Sambueza, quien inició de suplente, para tener más la pelota. Luego encuentra en una doble contención la manera de cerrar el juego. Aprieta el América sin encontrar el empate.

Matosas, al final del duelo, suspira, se le nota en paz, confiado. Al timonel azulcrema, el 3-2 no le parece mal, pese a que América necesita ganar en el Azteca para no sumar un fracaso.

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