Muchos jugadores de la NFL están acostumbrados a cambiar de ciudad durante su carrera, ya sea por cuestiones profesionales o personales.

Varios se llevan en la memoria el cariño de los aficionados que los apoyaron cada domingo. Mientras que los fanáticos recordarán las hazañas de sus ídolos.

Con la mudanza de los Raiders de Oakland a Las Vegas deja un sabor amargo entre los jugadores.

Derek Carr, quarterback de los de negro y plata, fue el primero en alzar la voz. Como cabeza de la franquicia, el capitán habló en representación de sus compañeros. “Estoy abrumado por la decisión que se tomó. Siento el dolor de los aficionados”.

El pasador llegó a los Raiders en 2014, con la etiqueta de salvador de un equipo que había olvidado lo que era ganar.

“Nací en California y me hubiera gustado jugar toda mi carrera en Oakland. El equipo, mi familia y yo los amamos”, agregó.

Carr aceptó conocer el negocio y entendió la situación. “Nos afecta a todos”.

Los Raiders seguirán jugando en el Oakland Coliseum mínimo otras dos temporadas, tiempo suficiente para que el quarterback, de la mano del linebacker Khalil Mack y los receptores Michael Crabtree y Amari Cooper, junto con el head coach Jack Del Rio aspiren a un nuevo Super Bowl.

“Haremos todo lo posible por traer el campeonato a casa”, publicó el entrenador “maloso” en redes sociales.

Derek Carr está dispuesto a trabajar al máximo, no importa la ciudad. “Nos mantendremos unidos porque eso es lo que hacemos los Raiders, especialmente en este duro momento. Pueden contar con nosotros. Las Vegas está por recibir un pedazo de Oakland. Esa afición fuerte, leal y competitiva. Esperemos que estén listos”.

El quarterback afirmó que puede ya imaginarse los rostros de los nuevos seguidores de los “malosos” en la “ciudad del pecado”.

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