El diestro francés Sebastián Castella, en un toro de regalo, cortó dos orejas y salió a hombros para dar un final feliz al 70 Aniversario de la Monumental Plaza México, séptima década de una historia de páginas escritas con letras de oro. Sufrió un puntazo en el escroto y lesión de pene.

Una noche en la que los aceros no respondieron a las labores de los toreros, pues pudieron haberse cosechado varias orejas más. Como sea, el festejo resultó interesante en todos los aspectos, con los mexicanos Ignacio Garibay y Arturo Saldivar en momentos de consolidación manifiesta.

Con una entrada no digna de un festejo de aniversario, un poco más de un tercio de entrada, calculada en unas 18.000 personas y con mucho ambiente en una noche tibia y agradable, se lidiaron ocho toros, tres de Manolo Martínez, primero, segundo y tercero, cuatro de La Estancia cuarto, quinto que se fracturó el pitón derecho y sustituido por otro el mismo hierro y un octavo de regalo, que autorizó la autoridad, de La Joya, de no bonito tipo, que fue noble, obediente y con mucho motor y que se le premio con vuelta al ruedo.

Garibay, lució firme, asentado y decidido con el primero, que tuvo calidad y recorrido pero le faltó fortaleza, realizó una faena sin ajustarse mucho, pero bien toreada, mató de estocada trasera y desprendida para saludar en el tercio. El cuarto ha sido otro sin problemas de buena clase en su embestir. Garibay estructuró una labor de menos a más. Se fue acoplando con la res, pero falló con la espada, dos pinchazos antes de la estocada y otra salida al tercio: la espada le impidió salir a hombros.

Castella, con el segundo, un toro que tuvo dificultades manifiestas y sabía hacer daño, se mostró muy entregado en todo momento hasta sufrir un puntazo en el escroto y lesión de pene. Siguió en con la faena, pero pinchó dos veces antes de dar una buena estocada para recibir la ovación correspondiente.

Salió de la enfermería tras correrse el turno y matar el sexto en lugar del quinto: Apareció como si nada.

El sexto, otro ejemplar sin calidad, no dio opción al francés de mostrar su valía. Y regaló el de La Joya, un toro melocotón, que salió con mucho motor, con claridad y recorrido. Castella lo entendió a la perfección y le cuajó una faena que siempre interesó a la gente, en ocasiones sin limpieza, pero hubo transmisión. Se pidió, no lo era, el indulto, y mató de estocada bajita. Dos orejas, con salida a hombro y feliz final.

Saldivar, en cambio, sorteó el lote menos propicio. El tercero vendió todas sus embestidas y Saldivar le toreó muy bien con el capote y con la muleta realizó una faena de muy buena clase, siempre por arriba de su enemigo. Una pena que pinchó dos veces y una media final: el trasteo era de trofeos, pero tuvo que contentarse con una tanda de aplausos.

EL sustituto del quinto fue fatal, sin clase, sin estilo. Arturo le dio muletazos que no tenía la res, pero falló con el acero. Palmas finales merecidas.

En este festejo dijo adiós a las profesión el banderillero Adrián Avila en el toro de regalo y fue ovacionado tras su último par de banderillas.

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