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Si hubiera sido una pelea mano a mano, sin duda el triunfador habría sido Chopin. Aunque la primera parte del concierto fue dedicada a música del compositor mexicano Manuel María Ponce, ni haber sido interpretada en la sala que lleva su nombre puso en duda que los aplausos más sonoros se los llevaron las piezas de su colega polaco.
Atento, el público escuchó al pianista Héctor Rojas interpretar Dos estudios, Estudio de Moscheles y Estudios de concierto, de Ponce. Rojas, graduado de la Academia de Música de Viena, es especialista en la obra del autor zacatecano.
En 1973, el pianista mexicano ganó el concurso Manuel M. Ponce, convocado por el INBA con motivo del XXV aniversario luctuoso del compositor. Rojas interpretó con vitalidad y fuerza las piezas del autor de "Estrellita".
Sin embargo, fue con sus ejecuciones de Chopin que el público se entregó. De eso no sólo había evidencia en sus rostros, en su mirada -fija en el escenario o en algún punto del recinto- sino en los intensos suspiros que dejaban escapar de vez en vez.
Con un par de notas falsas en la Fantasía impromptu en do sostenido menor op. 66, pero salvando la pieza, Rojas deleitó al heterogéneo auditorio. En el programa siguieron Balada núm. 1 en sol menor op. 23 y "Nocturno op. 27 en do sostenido menor núm. 1, Tres estudios op. 25 y la muy ovacionada de Polonesa op. 53 en la bemol mayor, Heroica.
Al terminar esta pieza, se notaba el gran esfuerzo realizado por el ejecutante a lo largo del recital. Tanto Ponce como Chopin exigen una habilidad no exenta de dificultades en la técnica de interpretación.
Como los aplausos y "¡Bravos!" no cesaban, Héctor Rojas vovió al escenario para regalar un impecable Estudio op. 10 núm. 3 en mi mayor, conocido también con el sobrenombre de "Tristeza", aunque en la Sala Manuel M. Ponce todos sonreían.
sc
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