Un día antes de su estreno, la obertura de Las bodas de Fígaro, una de las más grandes óperas del repertorio, aún no estaba lista. A Wolfgang Amadeus Mozart no le preocupaba mucho la situación y prefería jugar al billar.

Pero, ante la insistencia de copistas y músicos -que debían transcribir y ensayar las melodías, respectivamente- el compositor puso en papel la música, que mucho tiempo atrás ya tenía en la mente, y en cuestión de horas estuvo lista. Fue todo un éxito y, tras su debut, la gente entonaba sus arias en las calles, cafés y restaurantes de toda Europa.

La anécdota es narrada por Sergio Cárdenas. El director de la Orquesta Sinfónica "Estanislao Mejía", de la Facultad de Música-UNAM (OSEM-UNAM), señala que esta aparente desorganización es un rasgo de la genialidad de Mozart, marcada por la desfachatez e irreverencia ante su contexto. Incluso al tratar con las autoridades de su época, este "desparpajo", expresa en entrevista el también compositor, fue un sello de su personalidad.

En pleno siglo XVIII -cuando la iglesia aún era mecenas de músicos, a quienes trataba de manera muy similar al de la servidumbre- confrontó a su patrón, el arzobispo Colloredo.

Su relación estaba llena de tensiones hasta que el prelado lo despidió "de una patada en el trasero", narra el compositor y director mexicano Sergio Cárdenas. La escena es una de las más memorables de la cinta Amadeus (1984), de Milos Forman. De hecho, el mismo Wolfgang la cuenta a su padre en una carta.

Tras aquella ruputura, pudo establecerse como músico independiente y dejar por fin Salzburgo, algo que deseaba desde hace tiempo. "Mozart no se medía por razones de corrección política. Fue su gran problema en el sentido social. Lo que menos tenía es ser hipócrita", considera Cárdenas sobre esta figura de la música universal, que también se ha colocado con éxito en la cultura popular, tanto en películas como series.

Mozart, entre la irreverencia y lo sublime

¿Por qué es un personaje tan atractivo? Mucho de ello se debe a los vaivenes de su vida, que bien podría ser una novela. En Mozart y su música se conjugan la alegría y el genio, la desfachatez y lo sublime. No es una paradoja, señala Cárdenas, sino un rasgo natural en el compositor.

Fue un niño genio y falleció cuando tenía tan sólo 35 años, por lo que su música -compuso su primera ópera a los once años, resalta Cárdenas- es asociada con frecuencia a la juventud y la infancia. También por ello es etiquetada como "música para niños".

Pero no se limita a dicho público. "Es una música profunda, que atrapa. Es irresistible en todo el mundo porque, de alguna manera, en el fondo, en su música se escucha el palpitar del corazón materno", señala Cárdenas al recordar un congreso celebrado en Estados Unidos donde se analizó la música de Mozart.

La cantabilidad de sus melodías -que pueden entonarse sin problemas aun sin ser un profesional-, la riqueza armónica de sus piezas -atrevida y audaz para los oídos de su época- y su vitalidad rítmica, son cualidades que hacen de la música de Mozart un referente, explica Cárdenas.

Para festejar su aniversario, el músico tamaulipeco organizó una jornada musical en la Sala Xochipilli de la Facultad de Música de la UNAM. Iniciará a las 17:30 horas con la proyección de la cinta Nannerl, sobre la hermana de Mozart.

sc

 

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