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Los historiadores Enrique Krauze y José Álvarez Junco conversaron ayer en Madrid, en clave mexicana y española, sobre el nacionalismo y la construcción de la identidad tanto en Europa como en América.

El diálogo, organizado por la Casa América, pronto derivó a la disección de los grandes populismos de nuestra época. El español Álvarez Junco aseguró que hoy en día “los populismos en Europa no tienen grandes posibilidades”, a pesar de que por un momento él mismo temiese la llegada de Marine Le Pen al poder en las elecciones francesas. Krauze se centró en las dos figuras: el venezolano Hugo Chávez y Andrés Manuel López Obrador.

Aseguró que el legado más peligroso que ha dejado Chávez es “su constante apelación al odio” contra un enemigo interno y otro externo, y deseó que México no siga el mismo camino. “Estudiando los populismos me he dado cuenta de que surgen en momentos en que los pueblos llegan a la conclusión de que nunca habían estado peor”, razonó el historiador, quien consideró que, a pesar de la impunidad, violencia y desigualdades, no se puede decir que México esté en un momento que justifique darle el poder “a un caudillo redentor”.

Donald Trump, gran estrella del populismo global, ocupó un puesto destacado en la conversación. Ambos historiadores se alegraron de la recepción fría y cerebral que ha dado el mundo al “virus de la democracia” que representa el presidente republicano. Destacaron la estratégica discreción de México ante las agresiones, alabaron la fortaleza que ha demostrado el sistema de EU para contener los embates a la legalidad de su presidente y aventuraron que el mandato no será largo.

A partir del análisis del gobierno de Trump, Krauze mostró su preocupación por las noticias sobre injerencias del gobierno ruso en la política interior de varios países. “No pudieron desestabilizar Francia. No veo por qué no pueden desestabilizar México, que es la puerta de entrada de Estados Unidos y uno de los tres países del NAFTA, que ahora está frágil”.

Krauze indicó que la desaparición de mediadores tradicionales, como la prensa, en beneficio de las redes sociales, ha favorecido la comunicación vertical entre los caudillos y sus seguidores, y recordó el caso de Trump, “que gobierna a golpe de tuit”.

“Hemos vuelto paradójicamente a la democracia directa griega”, dijo Krauze, “pero no olvidemos que esa democracia la mataron los demagogos. Igual que la república romana, eran creaciones frágiles, y los demagogos son los que catalizan las pasiones del público y nos llevan, como el flautista de Hamelin, al abismo”.

Sobre los contrastes entre la realidad política de España y México, Krauze resaltó la dificultad de los españoles para valorar los aspectos positivos de su sistema, como la efectividad que ha alcanzado en la denuncia y la persecución de las injusticias. Puso de ejemplo los casos de violencia contra ciudadanos anónimos que encuentran un sitio en los noticieros. “Eso en México es surrealista. El día que yo vea que una noticia de una muerte, de una injusticia, llega a la primera plana de un periódico, sentiré que estamos en la vía de un país civilizado”, dijo.

Krauze también dejó una reflexión sobre las elecciones en el estado de México, que consideró se plantean como una réplica de las de 2012, aunque con una importante diferencia: “Ha aparecido un cuarto candidato, Juan Zepeda, del PRD. Me atrevo a hacer una pequeña profecía. No me extrañaría que Zepeda hiciera un buen resultado. Es recto, es claro, atractivo y representa la posibilidad de una izquierda con la que estoy perfectamente de acuerdo”.

Y agregó: “Creo que ahí hay el embrión de una izquierda liberal y moderada. Lo que no me gustaría es que llegara al poder el mesías tropical”, comentó en referencia a Andrés Manuel López Obrador.

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