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Guadalajara. —Las virtudes que Ignacio Solares reconoce en la entrevista que Regino Hernández Llergo le realizó a Pancho Villa y que publicó EL UNIVERSAL en siete partes, entre el 12 y el 18 de junio de 1922, son múltiples e invaluables y ahora lo son más porque ese trabajo periodístico ha sido recuperado en el libro Una semana con Francisco Villa en Canutillo.

“Es la única entrevista que se le hizo así, Pancho Villa ya no daba entrevistas, esto es excepcional, él se había alejado totalmente de todo lo que tuviera que ver con la prensa, pero ahí está el gran mérito de Regino Hernández Llergo, que logra verdaderamente sacarle la sopa y hacer la última entrevista que, es posible, le haya costado la vida a Francisco Villa”, señala el escritor y colaborador de EL UNIVERSAL.

Ignacio Solares no sólo conoce la obra de Pancho Villa y la ha revisado para llevarla a novelas históricas como Columbus, además ha escrito el prólogo del libro que ha coeditado EL UNIVERSAL con el Fondo de Cultura Económica y que se presenta hoy en la 30 Feria Internacional del Libro de Guadalajara, como parte de las ediciones conmemorativas por los 100 años del Gran Diario de México.

“La entrevista recuperada en un libro demuestra toda la importancia que ha tenido EL UNIVERSAL no sólo en cuanto al periodismo y la cultura contada en 100 años, sino que es una institución que ha influido muy directamente, y esto es una prueba de ello, en la vida política del país”, afirma Solares.

El autor de La noche de Ángeles reconoce que el primer gran mérito de la entrevista de Regino Hernández Llergo a Pancho Villa es la entrevista por sí misma, un trabajo periodístico a fondo y muy agudo; el segundo gran valor es que se trata de la última entrevista que se le hizo a Villa, la entrevista se publicó entre el 12 y el 18 de junio de 1922 y Villa fue asesinado el 20 de julio del 1923 en Parral, Chihuahua.

“El gran valor es que como buen entrevistador, Hernández Llergo se adentra en el alma del personaje y logra sacar cosas que de otra manera el personaje quizás no diría ni escribiría, nos da a conocer las preferencias políticas de Villa y, entre otras cosas, habla de su cercanía con Adolfo de la Huerta; esa cercanía con De la Huerta debió de tener muy nervioso a Obregón pero sobre todo a Calles y naturalmente que al manifestar Villa su preferencia por De la Huerta como que Calles debió haber dicho ya ‘too much’”, dice.

Ignacio Solares relata también que el Pancho Villa que estaba retirado en su hacienda de Canutillo, en la que albergó durante varios días a Regino Hernández Llergo, “ya no es el que mataba curas y gachupines donde quiera que los encontraba, ya no es el Villa bandolero, es un Villa hacendado y en esta maravillosa entrevista encontramos las distintas facetas que puede tener un hombre”.

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