“Todos sus amigos de hace 30 y más años, nos hemos puesto de acuerdo con Mario, directa o tácitamente, en acordar desacordar para no tener que volver a enfadarnos. Primero, él ha tenido que ponerse de acuerdo consigo mismo, y ha reconocido lo que le hemos dicho todos como reproche y él había tomado como elogio: sus convicciones son (apasionadamente) pasionales. Debe ser el único escritor que ha hecho del escepticismo una pasión, aun si más discreta y tolerante. A Mario la palabra ‘Utopía’ le recuerda el Gulag. Y es, claro, el liberal más radical que pueda haber”, afirma Julio Ortega.

El crítico literario, ensayista, profesor y estudioso de la literatura latinoamericana, habla en entrevista con EL UNIVERSAL de Mario Vargas Llosa, el Premio Nobel de Literatura 2010, que justo hoy cumple 80 años de vida.

Ortega asegura que “Mario además de apasionado es un hombre con conciencia ética. Por lo mismo, no es ajeno al remordimiento. Borges decía que era conservador por escepticismo, y que le sorprendió encontrar que habían conservadores fervorosos.”

El Profesor en Brown University, donde actualmente dirige el Proyecto Transatlántico, relata: “Hace tiempo que propuse que las novelas de Mario están a la izquierda de su autor. Esas novelas no son de ideas pero trasuntan las agonías del desamparo social, y le dan una dimensión trágica a la injusticia. La lección que su obra nos da es que a los grandes escritores no hay que demandarles que tengan siempre razón. Nos basta con la razón más ardiente, cuya lumbre nos acompaña: la sinrazón literaria”, afirma Ortega.

En entrevista vía correo electrónico, pues se encuentra en año sábatico, Julio Ortega cuenta: “Una vez, García Márquez no más verme me dijo, con buen humor: ‘¿Y contra qué alcalde de Chachapoyas se está peleando Mario?’ Le respondí: ‘Todavía le queda uno vivo entre los Chichimecas’”, concluye el autor de Una poética del cambio, Retrato de Carlos Fuentes, El principio radical de lo nuevo y Caja de herramientas. Prácticas culturales para el nuevo siglo chileno.

De los pies a la cabeza. Jorge Mario Pedro Vargas Llosa (Arequipa, 28 de marzo de 1936), conocido como Mario Vargas Llosa, adquirió nacionalidad española en 1993 sin abandonar la peruana. Es considerado uno de los más importantes novelistas y ensayistas contemporáneos, cuya obra ha cosechado numerosos premios, entre los que destacan el Nobel de Literatura 2010, el Príncipe de Asturias de las Letras 1986, el Cervantes en 1994, el Biblioteca Breve  en 1963 y el Rómulo Gallegos 1967, uno de los primeros premios más importantes por su novela La casa verde, que lo catapultó a nivel internacional y sustentó su aparición en la llamada República de las Letras, cuando en 1962 su primera novela, La ciudad y los perros fue galardonada con el Premio Biblioteca Breve.

Desde esa década, la de los 60, cuando apareció en la escena y fue etiquetado como el autor de la primera novela del “Boom” Latinoamericano, con La ciudad y los perros, Mario Vargas Llosa no ha dejado de escribir y ha generado una obra que supera las 60 piezas, entre ellas 18 novelas, cuatro libros de cuentos, 10 obras de teatro y casi 30 ensayos donde juega un papel muy importante su posición política.

Vargas Llosa, hijo único de Ernesto Vargas Maldonado y Dora Llosa Ureta, que tuvo una breve formación militar y que ha escrito una obra que siempre ronda la realidad, la vida y la sociedad peruana y cuya geografía literaria transcurre en Lima, en particular el barrio de Miraflores, es un creador inquieto. Cuando tenía 78 años de edad debutó como actor al encarnar al duque Ugolino, del Decameron, al lado de la actriz Aitana Sánchez-Gijón; y sigue produciendo, hace unos días presentó su reciente novela Cinco esquinas. 

De Vargas Llosa el crítico Christopher Domínguez Michael ha dicho que alcanza su cumpleaños en la plenitud de sus poderes artísticos “dueño de una intachable reputación como combatiente liberal y hombre de paz y además, no es poca cosa, como un varón dueño de su destino”.

Carlos Granés, escritor,  ensayista e integrante de la Cátedra Mario Vargas Llosa que promueve la literatura, las ideas y la cultura en América Latina y España, además de generar debate en torno a los problemas más urgentes del mundo contemporáneo, asegura en entrevista que la vida y la obra de Mario se confunden:

“Ha vivido para escribir y escribiendo ha podido vivir más. Para él, sumergirse en mundos de ficción, leyendo novelas o escribiéndolas, es una manera de vivir las vidas que la realidad niega. Su vocación ha sido total, fanática, podría decirse. Y a muchos escritores jóvenes les ha enseñado eso: cómo ser un escritor, cómo asumir una vida dedicada a la literatura”, afirma el autor de La revancha de la imaginación.

Carlos Granés asegura que en cuanto a su obra literaria, Vargas Llosa ha hecho “una permanente exploración en las zonas oscuras, irracionales del ser humano. Ha mostrado mejor que nadie cómo la manera en que se vive varía según se tienen ilusiones, proyectos, creencias fuertes. Algunos de sus personajes no creen en nada, y por lo tanto están determinados por el ambiente. Otros creen demasiado, con intensidad fogosa, y se convierten en amenazas para la sociedad. Unos más buscan utopías privadas a través del arte y del erotismo, y estos son los que más se acercan a felicidad; al menos a una vida apasionada y tumultuosa, a “vivir torrente”, como decía Santos Chocano, una imagen que siempre ha seducido a Vargas Llosa.”

Pero Vargas Llosa, el también autor de La tía Julia y el escribidor, La fiesta del Chivo y Pantaleón y las visitadoras, es por mucho un hombre de ideas, y sobre esa faceta también reflexiona el ensayista colombiano Carlos Granés.

“En cuanto a sus ideas, el impacto que han tenido en América Latina, y sobre todo en el Perú, es asombroso. Basta leer sus novelas y ensayos de los ochenta y los noventa para comprobar que el enemigo ideológico con el que luchaba, las ideas que rebatía, ha perdido sustancia y peso en las nuevas generaciones. Como escritor y como intelectual es una referencia insoslayable. Su obra, junto con la de otros grandes escritores de su generación (todos muertos, lamentablemente), puso a América Latina en el mapa cultural. Ayudó a consolidar una imagen unitaria del continente y sirvió para romper la incomunicación entre los países. Sus picos más altos han sido, para mí, La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral, La guerra del fin del mundo y La fiesta del Chivo; las dos primeras inventan un Perú autoritario, machista y corrupto, en el que personajes indefensos luchan estérilmente contra la sociedad; las dos segundas muestran el rostro del fanatismo, de personajes que niegan la realidad para imponer sobre ella sus ficciones y obligar a los demás, con consecuencias terribles, a amoldarse a ellas”, asegura Granés.

Mario Vargas Llosa ha estado cerca de México, ha hablado de su otrora dictadura imperfecta y del narcotráfico. Recibió el el Premio Internacional “Carlos Fuentes” en 2012, en su primera edición; y ha visitado varias veces el país, y en especial la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, a donde podría regresar este año como parte de las actividades de la Cátedra Mario Vargas Llosa y como parte de la celebración por sus 80 años.

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