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Con todo su espíritu cargado de generosidad, con el rostro iluminado y feliz, con el corazón lleno del amor que le brinda siempre el México profundo al que se ha empeñado en dar voz, Miguel León-Portilla celebró sus 90 años en su casa, la UNAM, y lo hizo rodeado de su familia, amigos y colegas que lo reconocieron como un gran humanista, un hombre del Renacimiento y lo llamaron el intelectual mexicano más reconocido en el mundo.

A Miguel, el joven de 90 años, le cantaron dos veces “Las mañanitas” en el Teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario; una vez a cargo de la Orquesta Juvenil Universitaria “Eduardo Mata” mientras se proyectaban imágenes de su archivo personal; y otra al cerrar el “Homenaje a Miguel León-Portilla en su 90 aniversario”, cuando a viva voz todos los presentes entonaron la canción popular, al tiempo que el historiador y filósofo apagaba las velas con el número 90 de un blanco pastel de fresas.

“La verdad, mi vida ha sido muy feliz, yo diría que estoy en paz con la vida, la vida ha sido generosa conmigo y quiero decir generosa y, al pensar en ella, pienso en Dios”, afirmó el escritor e intérprete de los cantos indígenas que habló de sus padres: “Mi vida ha transcurrido en una familia que en lo que concierne a mis padres, que aquí recuerdo, eran de mentalidad tradicional, hicieron lo indecible por sacarnos adelante a mí y a mis dos hermanos menores que han fallecido ya”.

Luego habló de sus esposa, Ascención Hernández Triviño, investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas, que luego de él fue la más aplaudida. “Es una trabajadora incansable que me acaba de dar pruebas de un cariño enorme ahora que estuve a punto de entregar los tenis, porque tuve una pulmonía que me tuvo tres semanas en el hospital”, dijo el autor de Visión de los vencidos.

En la fiesta por sus 90 años, León-Portilla estuvo acompañado por el rector de la UNAM, Enrique Graue, y por los ex rectores Juan Ramón de la Fuente, José Sarukhán, Francisco Barnés de Castro y Guillermo Soberón, sólo faltó José Narro porque sus nuevas tareas se lo impidieron, dijo el historiador de cuya obra hablaron 15 amigos y colegas, entre ellos, Eduardo Matos Moctezuma, Patrick Johansson, Leonardo López Luján, Juliana González, Rodrigo Martínez Baracks, Vicente Quirarte, Teresa Uriarte, Carolina Ibarra, Jaime Labastida, Andrés Lira y el rector de la UNAM, quien expresó:

“No estamos aquí únicamente por su cumpleaños, estamos aquí para congratularnos de que León-Portilla haya existido y que su existencia haya estado íntimamente ligada a la UNAM”. Luego el rector aseguró que León-Portilla es uno de los íconos universitarios más conocidos y reconocidos, un hombre que le ha dado lustre y vida a “nuestro lema universitario y a la universidad el reconocimiento internacional”.

“Don Miguel ha sido un académico ejemplar, un humanista multifacético, escritor prolijo, redentor de nuestros orígenes, apasionado de nuestra cultura y lenguas autóctonas, un maestro de generaciones, un historiador de historiadores y un ciudadano ejemplar. A todos, maestro, nos fortaleció la visión histórica de una pluralidad étnica que jamás será vencida... don Miguel, que por nuestra raza, siga hablando el espíritu por muchos años más”.

De espíritu multifacético. Miguel León-Portilla, quien recordó a sus maestros Ángel María Garibay, Agustino Fernández, Juan Hernández Luna, Manuel Gamio y a exiliados españoles como José Gaos, Juan Comas y Santiago Genovés; que también se mostró orgulloso de sus alumnos Francisco Morales, Víctor de la Cruz, Miguel Hernández, y de sus nietos: Diego Miguel y Fabio, celebró algunos de sus logros, como el Centro de Investigaciones Históricas UNAM-UABC en Baja California y confió “así como me ha fascinado la cultura náhuatl, me ha fascinado nuestra California, la California que milagrosamente salvamos”.

Las múltiples facetas de don Miguel fueron enaltecidas por sus pares y amigos, reconocieron al historiador, al nahuatlato, al filósofo, al humanista, al escritor, al maestro, al editor y al interesado en la arqueología. Lo pintaron de cuerpo entero:

“Su aporte histórico fundamental consiste en haber incorporado de manera radical al mundo indígena, sus lenguas, culturas e historias, a la conciencia del país”, afirmó Rodrigo Martínez Baracks, quien dijo que la obra de León-Portilla fue decisiva para que en México se sintiera orgullo de hablar una lengua indígena. “La gran reivindicación del levantamiento neozapatista no se hubiera dado igual sin la perspectiva lingüística y cultural abierta por Miguel, quien congruente no ha dejado de defender en todos los medios, los Acuerdos de San Andrés Larraínzar y la autonomía indígena”.

Al autor de La filosofía náhuatl le agradecieron su presencia y su obra, una obra prodigiosa y variada; le agradecieron su pasión por la lengua indígena y por el náhuatl. “Miguel León-Portilla como nahuatlato, como conocedor y amante de la lengua, pero también como intérprete, no sólo para traducir, sino para esclarecer lo que decían los indígenas y cómo lo decían: la lengua náhuatl”, señaló Patrick Johansson, quien reconoció que para León-Portilla la traducción es una alquimia verbal y dijo que “La filosofía náhuatl, publicada hace 60 años, en 1956, fue la piedra angular de la reconstrucción del pensamiento indígena a partir de las fuentes en náhuatl”, una obra donde perfila su método de búsqueda sistemática de la raíz.

Al dar cuenta de su faceta como filósofo, Juliana González dijo que filosofía y náhuatl parecería una conjunción imposible “a no ser que la propia filosofía repensara y ampliara su definición y por el otro se profundizara el conocimiento del pensamiento náhuatl que es justamente lo que lleva a cabo Miguel León-Portilla en su excepcional obra”. La filósofa reconoció que lo auténtico de la obra del homenajeado es “recrear la duración y la vida que fueron, infundir el soplo de espíritu, hallar significación y comunicarla a otros. Esta es la verdadera misión y grandeza que el historiador Miguel León-Portilla realiza con cabalidad”.

Ante un auditorio en el que estaban presentes los jóvenes, los indígenas y los lectores, un Miguel León-Portilla, sentado en primera fila, escuchaba atento las virtudes de su obra en la voz de sus amigos y estudiosos, a quienes agradeció por su cariño.

Ser de pensamiento y palabra. El arqueólogo Leonardo López Luján enumeró distintas fechas emblemáticas de la vida creativa de León-Portilla, y dijo que es en el campo de las ideas en donde encontraremos sus mayores conquistas. “Digamos de entrada que Miguel León-Portilla ha explorado con agudo olfato y nítida visión prácticamente todos los rincones del mundo antiguo, siendo muchas veces adelantado en comarcas ignotas”.

En la jornada celebratoria de los 90 años del pensador nacido el 22 de febrero de 1926, en Santa María la Ribera, en la Ciudad de México, también se dio cuenta de sus intereses por Baja California, que a decir de Teresa Uriarte, directora de Difusión Cultural de la UNAM, comenzó de niño, cuando defendía ante una maestra ignorante que la California era también mexicana y así la ha reivindicado una y otra vez. “La Península de las misiones, esa a la que León-Portilla le dedicó distintas publicaciones y estudios. Don Miguel fue tan descubridor como Hernán Cortés, Quino, Cabrillo o Salvatierra”.

El filósofo Ambrosio Velasco dijo que al igual que Las Casas, De la Veracruz y al igual que los humanistas criollos que forjaron la nación mexicana, Miguel León-Portilla denuncia la grave situación de los pueblos originarios hoy en día y lucha por sus derechos y libertades, especialmente por el derecho de autonomía”.

Por su parte, el escritor Vicente Quirarte dijo que Miguel León-Portilla da testimonio de la vida cotidiana y la destrucción de una cultura. “Visión de los vencidos, esas cuatro palabras acuñadas por León-Portilla resumen los afanes a los que ha consagrado su existencia para demostrar que la escritura de la historia no es tarea exclusiva de los vencedores. Vencidos pero capaces de rendir testimonio de su actuación en el mundo”, reflexionó Quirarte.

Eduardo Matos Moctezuma, quien lo llamo “hombre íntegro”, se dirigió a él así: “En estas épocas que vivimos hacen falta personas que como tú, marquen derroteros que nos permitan transitar hacia mejores metas” y donde Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua, dijera que León-Portilla ha puesto ante nuestros ojos azorados todo un continente cultural, pero lo ha hecho desde la arqueología textual. “Es por lo tanto un arqueólogo del pensamiento y de la palabra”, señaló el poeta.

Tras todas las palabras que Miguel León-Portilla escuchó atento y agradeció con una sonrisa y un rostro iluminado, el historiador y filósofo que ha dado voz a los indígenas del pasado y ha luchado incansablemente por los indígenas de hoy, se puso de pie al final del homenaje, para tomar de nueva cuenta la palabra y decir: “Agradezco con toda mi alma a la Universidad Nacional Autónoma de México que es nuestra Alma Mater, nuestra Alma nutricia todo lo que debemos; y agradezco a todos los que han expuesto, les agradezco una vez más. Muchas, muchas gracias”. Vino un largo aplauso y un pastel con el número 90, y un goya de sus amigos y lectores que se acercaban a él para tomarse la foto o pedir una firma para sus libros.

Miguel León-Portilla estuvo feliz y agradecido con la UNAM, con su esposa “Chonita” y con sus amigos y familiares. “Es para mí un día que seguramente será inolvidable en los muchos, espero, que tenga todavía aquí sobre la tierra” concluyó halagado.

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