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"La primera mujer que me fascinó fue la maestra que me enseñó a leer a los cinco años", esta declaración la hizo Gabriel García Márquez a Plinio Apuleyo Mendoza en la conversación que dio lugar al libro "El olor de la guayaba" y esa misma frase es la que detonó la novela de Beatriz Parga, la periodista colombiana que recién estuvo en México para hablar de "La maestra y el Nobel".

La novela, que ha sido publicada por Suma de Letras, relata una historia de amor por la literatura y el descubrimiento de las letras y la escritura que a los cinco años tuvo el escritor colombiano Gabriel García Márquez de la mano de su maestra Rosa Fergusson, en el trópico de Aracataca. Una novela con el sabor y el olor del trópico que atrapó y transmitió el Premio Nobel de Literatura 1982.

"Realmente fue muy fácil adentrarme a sus atmósferas, a Aracataca, al mundo de Gabo, porque yo traigo un testimonio directo de la maestra, ella me contó todas las historias y tal como me las contó yo las novelé un poco, pero la novela prácticamente ella me la fue contando en diferentes entrevistas que le hice para distintos medios en España, en Estados Unidos, en Colombia, inclusive en México la entrevista que yo le hice para la agencia EFE salió en varias partes del mundo", señaló Beatriz Parga.

En entrevista, la periodista colombiana asegura que "Gabo" le dio el gran voto de confianza de pedirle que entrevistara a la maestra que le había enseñado a leer y a descubrir la literatura.

"Como a él no le gustaban las entrevistas tuvo la gran generosidad de que fuera su maestra la gran protagonista de ese momento; lo que él no sabía es que ella odiaba las entrevistas y la única razón por la que ella me recibió es que venía la petición de parte de ‘Gabito', o sea que no fue difícil entrar a ese mundo".

Entonces se acercó al mundo de Rosa y al de "Gabo" niño y de ese acercamiento nació un libro periodístico y después de él esta novela que muestra como la llave que le abrió a Beatriz Parga el corazón de Rosa Fergusson fue el nombre de "Gabito".

"Apenas yo nombré Gabito ella no guardó ningún misterio, ella lo fue contando todo y el último secreto que le saqué fue que ella realmente estaba enamorada de Gabo, que ella ya de viejita se enamoró de Gabo a través de los libros y fue un secreto del que Gabo nunca se enteró, no supo que Rosa, en su vejez, se enamoró de él con la misma ingenuidad y el mismo amor inocente que tuvo Gabo de niño hacia ella su maestra. O sea que fueron dos historias de amor imposibles, pero amores inocentes, amores lindos que traspasaban cualquier cosa de tiempos, de distancias", afirmó Parga.

La reportera y columnista, dijo que las narraciones son 100 por ciento de Rosa, pues ella le contaba cómo Gabito pasaba por todas las mañana con su abuelo pero nadie sabía a dónde iba, era un misterio, después posteriormente se enteraron de que iban a buscar el tren.

"Pero Rosa no se entera que iba a buscar el tren sino cuando lee las novelas de Gabo, ella nunca supo mientras vivió en Aracataca que él iba a esperar el tren, después ella se moría de la risa porque pensaba que ese misterio de a dónde iba el coronel con su prenda -con Gabito- ella se vino a enterar a través de los libros de Gabo", afirmó

Reconoce que tras esas varias entrevistas nació el libro periodístico que publicó la editorial Oveja Negra; ya luego pensó en la novela como en la posibilidad de acercarse a un público más amplio con una historia de amor, pero también de las historias y las atmósferas que marcaron la infancia de Gabriel García Márquez.

"Yo quería un ingrediente que atrajera a todos los lectores y me di cuenta que era el tren, que era parte de la historia diaria de Gabo quien iba a diario a la estación del tren y era un atractivo para el libro precisamente esa estación de tren, entonces decidí empezar la novela con él, porque del tren salían todas las sorpresas que encontraba Gabo a lo largo de su infancia, de ahí salían los americanos con sus trajes elegantes, los gitanos con sus dromedarios y sus imanes", señaló Parga.

En "La maestra y el Nobel" está Aracataca, las historias que a "Gabo" le contaba su abuela Tranquilina y su maestra Rosa; la mujer más bella que le enseñó a leer y a escribir a los cinco años; la joven a la que miraba arrobado de niño y a la mujer madura que volvió a ver cuando en Colombia se montó una adaptación de "Los funerales de la Mamá Grande".

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