César Flores cumple 20 años como fotógrafo, pertenece a una generación que navega entre la era analógica y la vanguardia digital a la que añadió técnicas pictográficas como un sello de identidad.

Pero también juega con imágenes que atrapa con elementales cámaras estenopeicas, hechas con cajas de cartón y un orificio al centro, las cuales trabaja con paciencia y esmero.

“Empecé tomando fotografías en blanco y negro, construyendo cámaras y me dediqué a la experimentación con técnicas de impresión antigua. Digamos que me regresé un poco”, comenta.

Ha expuesto su obra en Italia, España y Estados Unidos, además de recintos como el Palacio de Bellas Artes, el Museo de la Ciudad de México, el Centro Cultural de España, el Museo de Arte Carrillo Gil y el Laboratorio Mexicano de Imágenes, entre otros.

Flores dice que en el arte de la fotografía no hay casualidad ni espontaneidad, más bien una calculada manipulación: “Una fotografía profesional no puede basarse en el azar. Hacer una fotografía es pensarla, trabajarla”, pero sobre todo, condición imprescindible, “debe ser tangible, estar impresa”.

Lo contrario, dice, son las imágenes que se publican en las redes sociales, donde muchos de sus autores “tienen más likes que talento”. Lo que son las cosas, él, como artista visual, es producto de un accidente.

El factor destino

En 1994 Flores era un estudiante de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM y trabajaba en la Biblioteca Nacional. Cierto día, camino a clases, se encontró un bolso que abrió tiempo después. Resultó que contenía una cámara réflex, cuyo funcionamiento desconocía.

Decidió aprovechar aquel artefacto, tomó un curso básico y se puso a captar cientos de imágenes confiando en su sensibilidad. Pero el incipiente artista recibió un golpe de realidad.

“Mis primeros dos rollos salieron blancos, los siguientes salieron negros. Estaba decepcionado y, por no dejar, mandé a revelar los últimos rollos que había tomado y salieron dos fotos magníficas del cielo. Eran nubes y me gustaron tanto que dije, ‘lo mío sí es la fotografía’”.

Años después, en 2000, una edición de 10 fotografías de la serie “Más hombre que usted”, sobre las rudas condiciones del boxeo femenil en el Distrito Federal, entonces una actividad ilegal, fueron seleccionadas en la IV Bienal de Fotoperiodismo. Ese fue el primer reconocimiento a su trabajo.

El día de hoy ha participado en alrededor de 40 exposiciones, 25 como parte de proyectos colectivos y 14 de manera individual. Ha sido merecedor de dos becas del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) y sus imágenes han ilustrado más de 100 publicaciones culturales de instituciones públicas y privadas.

El próximo jueves 24 de noviembre lo celebra con la muestra “César Flores, 20 años en la fotografía” en su Casa-Galería de la Ciudad de México.

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