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La violencia en México inspiró la temática de la retrospectiva de Otto Dix, dice la especialista en la vida y obra de pintor alemán, Ulrike Lorenz, curadora de la magna exposición "Otto Dix: Violencia y Pasión", que luego de tres meses en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO) se inaugurará el 11 de octubre en el Museo Nacional de Arte (Munal) en la Ciudad de México.

“Este hermoso país atraviesa un tiempo difícil (...) Guerra, corrupción, doble moral y capitalismo... Todo esto y más podemos encontrarlo en la obra de Dix”, señaló Lorenz, directora del museo Kunsthalle de Mannheim, quien respondió preguntas por correo electrónico sobre la mayor muestra del alemán que haya pisado América, con 164 obras, incluyendo 30 cuadros y 50 aguafuertes del ciclo bélico de 1924, Der Krieg (La Guerra).

La retrospectiva, organizada por el Goethe-Institut Mexiko para celebrar el Año Dual Alemania-México 2016-2017, estará abierta hasta el 15 de enero. “Realista, expresionista, dadaísta o maestro antiguo, pintor comprometido y ecléctico, fanático de la realidad y visionario, moralista o cínico. Todo eso fue Otto Dix y mucho más”, así describe Lorenz al pintor.

Comparte su visión sobre la “dialéctica de violencia y pasión” que rigió la vida del pintor, y sus impresiones sobre las “asombrosas analogías” que halló entre la obra de Dix (1891-1969) y la de Clemente Orozco (1883-1949), quienes tendrán un diálogo pictórico post mortem gracias a la colección del Museo Nacional de Arte.

¿Por qué violencia y pasión son los temas de esta retrospectiva?

—Violencia y pasión, en un sentido dialéctico, pueden ser proclamados como dos temas generales en Dix. Violencia fue la firma de su época. Dix experimentó la I Guerra Mundial y luego acompañó el ascenso y declive de la República de Weimar en la metrópolis de Berlín. En la dictadura nazi fue difamado y perseguido como “degenerado”. Después de la II Guerra Mundial, la división de Alemania se convirtió para él en una fuente de angustia privada, pero hizo también de él un artista único del Este y el Oeste. Encaró su era con pasión, empatía y con aguda mirada crítica. Con la mente puesta en la sociedad contemporánea en México, el Goethe-Institut me pidió curar una muestra con especial enfoque en obras que abordan el trauma de la I Guerra Mundial, el cual acuñó la actitud de Dix como artista y sus obras con motivos de metrópolis y problemas de género, violencia y soledad en la sociedad moderna.

¿Qué criterios observó usted para esta exposición?

—Mi objetivo fue dar una visión de conjunto de la obra de Otto Dix con varios acercamientos, estilos y técnicas desde todas sus fases. Hay muchas obras maestras que no estuvieron disponibles, pero conseguí préstamos de la Fundación Otto Dix y de colecciones públicas y privadas.

¿Dix criticaba a la sociedad de su época o la disfrutaba tal cual?

—Ambas. Esta dialéctica formó las bases de su trabajo y las experiencias que recibió. Criticando y disfrutando al mismo tiempo habilitó a Dix a dar forma a una obra única cuya relevancia ha ido en aumento. Sin empatía en lo que vio, él nunca habría tenido la habilidad para concebir imágenes de este resplandor e impacto. Como ningún artista, Dix reflejó las rupturas y confusiones de su siglo en las vicisitudes y contradicciones de su obra. Atestiguó de primera mano la muerte en la Gran Guerra y el nacimiento de sus hijos. Exploró la seducción y la decadencia, representó la lujuria en el burdel y la muerte en la recámara, investigó la miseria de la clase media y el discreto encanto de la burguesía. En todo, permaneció fiel a sus temas e intransigente en sus detalles.

Según usted ¿Dix fue un testigo o un artista de su tiempo?

—Como un realista, Otto Dix fue siempre tanto protagonista como testigo histórico, observador y víctima de los eventos. La realidad es el punto de partida decisivo. Es la vida la que provee el impulso para su imaginación artística. Sus pinturas son tanto un espejo como un comentario. A través de ellas interpretó su propia experiencia de guerra y de metrópolis, y sobre todo sus contradictorias experiencias con gente en situaciones extremas en todo el espectro de la sociedad. Como pintor, Otto Dix confiaba en lo visible, en la superficie. Sus retratos de tipos sociales se leen como posters de Se busca y sus pinturas de la sociedad ofrecen un diagnóstico intransigente de la conciencia desnuda de su época.

¿Qué le influyó más, la sociedad de su tiempo o los maestros que admiraba (Mantegna o Goya)?

—En 1927, Dix —apenas convertido en uno de los más importantes pintores post-expresionistas alemanes— resumió el impacto de los Viejos Maestros en su obra: “Para mí el objeto es definitivamente primario, y entonces la forma se perfila por el objeto. Esta es la razón por la cual ser lo más fiel posible al objeto que veo ha tenido siempre una gran importancia para mí; ¡el qué es más importante que el cómo! ¡El cómo se desarrolla a partir del qué!” Pero más adelante él declaro simplemente: “Comienzo por lo visto. La forma sale de la experiencia —también cambia con la experiencia— ¡La forma nunca existe por sí misma!”. Para Dix, la percepción sensorial era primero.

Los nazis rechazaron a Dix y sus pinturas que tacharon de “arte degenerado,”, ¿cómo ve la actual sociedad alemana a el artista?

—Hoy, Otto Dix es considerado en todo el mundo uno de los más importantes artistas del siglo XX. Su realismo comprometido y ambivalente es más relevante que nunca.

La exhibición incluye una hiena que Dix dibujó. ¿Por qué él se interesó en un carroñero?

—Dix directamente se sentía como esta hiena. Pero, por otro lado, decía sobre sí mismo como pintor: “Todo lo que hago es un autorretrato”. Interpretando sus dibujos no puedo evitar sino ver una suerte de imagen de espejo de la dictadura nazi.

¿Cómo se conecta Otto Dix con México?

—Este hermoso país atraviesa un tiempo difícil, como muchos otros. Guerra, corrupción, doble moral y capitalismo... Todo esto y más podemos encontrarlo en la obra de Dix. Él documentó estos temas con su más brutal estilo, mostrándonos nuestro propio comportamiento. Todos estos problemas están presentes y se han agravado. El arte es y siempre ha sido un reflejo de nuestra sociedad y las observaciones de Dix sobre nuestra sociedad todavía son válidas.

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