Uno de las razones esenciales para dirigir teatro en España eran sus actores, especialmente Blanca Portillo, "su" Hamlet, quizá por eso el esloveno Tomaz Pandur, fallecido hoy a los 53 años cuando realizaba un ensayo en Macedonia, era tan apreciado por quienes trabajaron con él como por los programadores.

Sus adaptaciones en España fueron premiadas con varios Max, sus obras -Barroco, Alas (para la Compañía Nacional de Danza), Infierno o Hamlet- colgaban siempre el cartel de no hay entradas y sus ideas para los clásicos, de Shakespeare a Goethe, llegaban precedidas de la expectación que provocaba su iconoclasta, metafórica y simbolista visión del mundo.

El director de teatro, cine, ópera y ballet, uno de los regidores más aclamados de Europa, murió hoy al mediodía de un infarto en Skopje (Macedonia) y lo hizo en brazos de sus compañeros, cuando ensayaban en el Teatro Nacional El rey Lear, de Shakespeare, un autor por el que sentía debilidad.

Acababa de llegar de Bogotá, de su Festival Iberoamericano de Teatro, donde había dirigido Fausto, de Goethe, con un gran éxito, y solo llevaban un día de ensayos.

Solo tenía 53 años y su agenda llena a rebosar de proyectos en todo el mundo, entre ellos dirigir para el Festival de Mérida, donde ya hizo "Medea", un nuevo montaje, según adelantó hoy el director del certamen, Jesús Cimarro, que estuvo hace un mes con él preparando el proyecto.

Ya se interesó por el teatro cuando era estudiante en su Eslovenia natal y se graduó en la Academia de Teatro, Radio, Cine y Televisión de Liubliana para dedicarse desde el principio a la dirección de piezas teatrales.

En sus primeros años montó versiones de Hamlet, Carmen o La divina comedia, como director del Teatro Nacional Esloveno de Maribor, la ciudad en la que había nacido en 1963.

Posteriormente se trasladó a Nueva York para luego regresar a Europa, donde empezó a trabajar en diversos teatros europeos y fundó la compañía PandurTheaters, formada por artistas de muchos países y lenguas.

Pero fue España el país que le acogió. Tras presentar en Zaragoza Sherezade en 1991, su primer gran estreno fue en Madrid en 2005, con "Infierno", obra basada en "La divina comedia" de Dante.

En 2009 dirigió en las Naves del Matadero del Teatro Español, en Madrid, uno de los montajes más impactantes que se han hecho de Hamlet, con Blanca Portillo, "dueña de un incomparable poder de creación", en el papel del atormentado príncipe y una turbadora escenografía.

Shakespeare, decía entonces en una entrevista Pandur, había estado "desde siempre" en su ánimo porque ese clásico era "el libro del alma para la eternidad", un "drama iconoclasta" para el que el ser humano "se prepara toda la vida".

La estrenaba "respetando cada palabra del original" pero, a la vez, siendo "radicalmente distinta".

Su principal reto era que el público no iba a ver en Hamlet "a una mujer ni a un hombre ni a un andrógino, sino a un ser humano", ese era para él el reto más hermoso, porque superaba "la determinación sexual para contar la verdad de una persona".

Sus escenografías reverberaban y enredaban al espectador haciendo que el personaje fuera "él y a la vez el otro lado del espejo".

"Veo en todos su reflejo: enormes paisajes de soledad, miedo y amor. Es por eso por lo que Hamlet es mucho más que el príncipe de la melancolía, es un guerrero que lucha por la verdad y el amor, como yo mismo", se reía.

El teatro, "un bellísimo organismo vivo", era para él "un trabajo durísimo" porque no lo entendía sin darlo absolutamente todo: "Lo tienes que hacer con todo tu corazón o no hacerlo", afirmaba casi proféticamente.

El autor acababa de hacer en Bogotá, con Miguel del Arco, "Fausto", el montaje que ya había estrenado en Madrid en 2014.

En 2011, llevó al teatro "La caída de los dioses", la película de Luchino Visconti, y embriagado por su triste belleza lo hizo de una forma inédita, "plano a plano", como una película "en vivo".

El agua y la luz eran el espejo, la cartografía de la melancolía, de la soledad y la inmortalidad, constantes en su universo, del que bebía también el que ya será su montaje póstumo, El rey Lear, bebía también.

sc

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