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Madrid. —Dice Gabriele Finaldi, director general de la National Gallery de Londres y hasta hace unos meses director adjunto del Museo del Prado, que Plácido Arango “es un hombre muy generoso pero también muy discreto”. Y prueba de ello —cuenta— es que cuando el empresario mexicano decidió donar al Museo del Prado 25 obras de su colección de arte antiguo —entre las que figuran cuatro estampas de Francisco de Goya y tres cuadros de Zurbarán—, lo hizo sin ningún afán de protagonismo.

Por eso no quiso que sus cuadros se expusieran en una sala especial ni tampoco que ésta llevara su nombre. Prefirió que se integraran en la pinacoteca y que debajo de cada uno de ellos apareciera simplemente que habían sido donados por él. Y así ha sido. Desde ayer, nueve de esas grandes obras ya se pueden admirar en distintas salas del museo.

Hay  cuadros de Velázquez, Goya, El Greco y otros artistas. “Son tan Prado que parece que hubieran estado colgadas de las paredes del Museo toda la vida”, dijo ayer durante su presentación a los medios, Miguel Falomir, director adjunto del museo.

Ahora, Finaldi reconoce en charla con EL UNIVERSAL que Arango, nacido en Tampico, hijo de emigrantes asturianos que se marcharon a México, pero residente en España desde 1965, está feliz con el resultado.

Pero  también en el Museo del Prado están felices con la donación del empresario, que ha sido en usufructo vitalicio. “Su donación ha enriquecido de una manera muy importante la colección del museo, especialmente en lo que respecta a la pintura española y de los artistas europeos que trabajaron en España entre los siglos XVI y XIX”, cuenta Gabriele Finaldi.

“Porque además de llenar un hueco en algunos periodos en los que el Prado estaba falto de fondos, también ha enriquecido mucho otras colecciones de la pinacoteca, como la de Zurbarán, que ahora es la más grande y variada que existe en el mundo”, añade. “En total, 27 obras que abarcan diversos temas como retratos, bodegones y escenas religiosas”, dice.

Algunas de las piezas. En cuanto a las obras de artistas europeos residentes en España donadas por Plácido Arango destacan Camino del Calvario y Descendimiento, realizadas por el pintor nacido en Bruselas pero afincado en Sevilla (sur de España) Pedro de Campaña (llamado Pieter van Kempeneer, 1503-hacia 1580), que  Gabriele Finaldi define como de “una delicadeza extraordinaria”, y que llenan un hueco “fundamental, porque hasta hoy el museo no tenía ningún cuadro de este artista”. Con respecto a Zurbarán, figuran el óleo San Francisco en oración, que el español pintó en 1659, de los últimos años que vivió en Madrid.

Además, entre las donaciones de Arango expuestas desde ayer también hay cuatro estampas realizadas por Francisco de Goya en 1825 durante su etapa en Burdeos, que llevan el título de Toros de Burdeos. En concreto son El famoso americano Mariano Ceballos, Bravo toro, Dibersión (escrito con “b”) de España y Plaza partida. Todas las pintó Goya con 80 años poco antes de morir y “llenan un vacío que había del pintor ya que aunque el museo conserva la mejor colección de obra suya sobre papel, no tenía mucha obra tardía”. 
Además, todas ellas se unen a la primera edición de los Caprichos, que el artista aragonés realizó y que Arango también donó en 1991.

Otras obras donadas por Arango que se pueden visitar en el Prado son Calvario, de Luis Tristán (1585-1624), colocado en una sala enorme de la pinacoteca junto al Calvario, de El Greco, artista que fue su maestro; y El sueño de San José, de Francisco Herrera el Mozo, contemporáneo de Murillo y una de las favoritas del empresario.

De acuerdo con Gabriele Finaldi,  todas las obras donadas se encuentran en perfecto estado de conservación y la idea es que después de exhibir  estas nueve  se hagan exposiciones temporales con las otras 15 piezas hasta su incorporación inmediata al Museo.  Entonces será el momento de ver a Felipe Pablo San Leocadio y su Adoración a los pastores, que se convierte en la primera obra del pintor valenciano que tiene el museo; un bodegón de Alejandro Loarte; una Inmaculada Concepción y un San Juan Bautista, de Valdés Leal, así como obras de Eugenio Cajés, Mateo Cerezo, Antonio del Castillo y Saavedra y Corrado Giaquinto.

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