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Guanajuato.—En 2004, el bailarín italiano Alessandro Riga cumplió uno de sus sueños de niño: bailar Don Quijote, el famoso ballet de Marius Petipa; 12 años después vuelve a interpretarlo, ahora con la Compañía Nacional de Danza de España, haciendo el papel de Basilio, en una versión mucho más “real y pasional” porque, asegura, realmente proyecta la esencia de esta obra que fue uno de los ballets más populares en Rusia en el siglo XIX.

“En otras compañías o versiones es simplemente una proyección de lo que realmente es la danza española. Este es un ballet mucho más pasional, real, es de verdad”, comenta el bailarín desde su camerino, previo a la primera de las tres funciones que la agrupación dirigida por José Carlos Martínez ofrecerá este fin de semana en el Festival Internacional Cervantino. Hoy, a las 20 horas, tendrá su última presentación en el Auditorio del Estado.

Y es que, además de la coreografía ideada por Mayte Chico que le da un toque de fandango y bolero y una escenografía que busca recrear la plaza de algún pueblo en Castilla-La Mancha, uno de los elementos que destaca en esta puesta en escena es el colorido vestuario, diseñado por la madrileña Carmen Granell, inspirado en las tradiciones españolas y en uno de los máximos maestros del arte español. “Carmen lo hizo basándose en Velázquez, en esos colores y texturas que se ven en sus obras, en esa mezcla que se puede encontrar mucho en nuestro país. Los trajes, muchos de ellos parecen más de danza española que de ballet clásico”, destaca en entrevista con EL UNIVERSAL José Carlos Martínez, quien dirige la agrupación desde 2011.

Tutús rojos que evocan a los claveles del flamenco, faldas flamencas, abanicos, capotes de torero… El folclor español colorea el escenario en este ballet clásico, el primero que la agrupación realiza desde 1990 y que se centra en un episodio de la novela de Cervantes, en el romance entre el barbero Basilio y su amada Quiteria.

Incluir un vestuario como este en una compañía que durante más de dos décadas se dedicó al ballet contemporáneo ha sido todo un reto porque ha condicionado las coreografías, comenta el coreógrafo que fue bailarín estrella del Ballet de la Ópera de París.

En una escena, por ejemplo, seis bailarines ejecutan diversos movimientos con capotes originales en mano. “En esa escena tenían que verse como verdaderos toreros. En otras versiones, los toreros llevan una especie de trapo o pedazo de tela; nuestros bailarines llevan una capa de verdad, pesan dos kilos 800 gramos, son muy pesadas para moverlas y eso ha condicionado la coreografía. Ha sido un trabajo de aprendizaje porque un torero torea con su capa, pero no baila con ella”, señala.

Lo mismo pasa con las faldas y zapatillas flamencas que portan las bailarinas. “En el momento del fandango, ellas llevan zapatos de danza española, quisimos que ejecutaran pasos reales y también ha condicionado el baile; lo mismo pasa con las faldas, que son largas hasta los pies y hay una manera particular de moverlas. Todo eso no está en un Don Quijote de una compañía rusa o francesa”, destaca.

Recuperar el ballet clásico. Bajo la dirección del reconocido coreógrafo Nacho Duato, a quien Martínez sustituyó en el cargo en 2011, la Compañía Nacional de Danza de España se dedicó exclusivamente a la danza contemporánea. Esto, explica el actual director de la compañía, ha implicado asumir una serie de retos porque los bailarines estaban dedicados exclusivamente al lenguaje contemporáneo. Por eso, este Quijote lo considera como un proceso de aprendizaje para todos. “En la parte técnica no estaban acostumbrados a hacer producciones tan grandes. El reto principal fue trabajar con el cuerpo de baile porque no había uno propiamente, para que las chicas bailaran de la misma manera, al mismo ritmo. La compañía no estaba acostumbrada a trabajar con orquesta incluso”.

De ese ballet en tres actos, que incluye alrededor de 30 bailarines en escena, sólo se presenta una parte en Guanajuato debido a problemas logísticos. “Era imposible traer toda la escenografía porque hace 10 días estábamos bailando Don Quijote entero en Valladolid y el barco que la traería tarda 40 días en llegar. En el segundo acto hay un molino gigante que tenía que viajar en barco y tuvimos que suprimir esta parte porque no llegaba a tiempo”, detalla el director de la compañía.

A pesar de los riesgos que ha enfrentado para incluir el repertorio clásico en esta compañía que por más de dos décadas mantuvo el sello de Nacho Duato, Martínez asegura que su proyecto contempla incluir más ballets clásicos, pero sin dejar la danza contemporánea. Y es que para él, las compañías de Estado deben darle cabida a todos los lenguajes coreográficos.

El comentario viene justo cuando en Alemania existe la polémica por el nombramiento de la coreógrafa de danza contemporánea Sasha Waltz como directora del Staatsballett Berlín para 2019, decisión criticada por los bailarines de la agrupación y por artistas de otros ballets europeos al considerar que ella no tiene el perfil para dirigir una agrupación con un fuerte tradición de danza clásica.

“Sasha Waltz es una coreógrafa muy buena y las autoridades alemanas han apostado por alguien de casa que tiene una visión diferente de la compañía, pero personalmente creo que no es la mejor decisión. Un coreógrafo contemporáneo tiene que entender que las compañías de Estado tienen que darle cabida a varios coreógrafos para que no ir en un solo camino. Lo que van a hacer en Berlín es un poco lo que hizo Nacho Duato con la Compañía Nacional de Danza de España, aunque ahora él se ha abierto a otro tipo de cosas”, dice.

Martínez defiende el ballet clásico porque, dice, es parte de nuestro pasado y hay que rescatarlo.

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