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La música, dicen, es un lenguaje universal que rompe la barrera de cualquier idioma. Anoche, en la Alhóndiga de Granaditas, el grupo de música africana contemporánea Debademba lo demostró al poner a bailar al público con sus canciones y ritmos africanos.

Al público reunido en este escenario al aire libre del Festival Internacional Cervantino poco le importó entender o no la letra de las canciones interpretadas por Mohamed Diaby, el vocalista de la agrupación. La potente voz y el carisma del cantante que apareció en el escenario con un llamativo traje amarillo los sedujo desde el principio.
Desde las calles aledañas, el sonido de sus ritmos africanos con toques de rock, blues y flamenco atraía la atención de los transeúntes. En las escalinatas y la explanada de la Alhóndiga, el público empezó a entrar en calor poco a poco con la música de esta agrupación, integrada por Abdoulaye Traoré (guitarra) y Mohamed Diaby (voz). Los gritos y aplausos iban y venían.
El escenario decorado con un fondo verde sobre el que se proyectaban luces de colores parecía dominado por Mohamed Diaby y sus pegajosos pasos de baile hasta que Abdoulaye Traoré lanzó un solo de guitarra que puso la piel chinita a más de uno. Más gritos y aplausos.

Sus canciones tratan sobre los aspectos que les conmueven: África, el mundo, el amor, la paz, la esperanza y el hambre, según explicaba ayer por la mañana el vocalista nacido en Mali, en rueda de presa. Algunas de esas canciones interpretadas en la Alhóndiga también conmovieron al público. Pero lo que dominó fue la fiesta.
Debademba significa "la gran familia", y ayer los músicos quisieron juntar a una gran familia en el escenario al invitar al público a subirse a la tarima. Niños, jóvenes y adultos acudieron al llamado.
Mohamed Diaby se paseaba entre sus invitados al escenario incitándolos a bailar, tomó el celular, se hizo una selfie con el público y comenzó a documentar el ambiente de este explosivo espectáculo.
sc
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