Una nueva evaluación mundial revela que los incrementos en la abundancia de hojas están haciendo que las áreas boreales se calienten y las zonas áridas se enfríen.

Los resultados, publicados en Science, sugieren que los cambios recientes en la vegetación global han tenido impactos en los climas locales que deben considerarse en el diseño de los planes locales de mitigación y adaptación.

Una parte sustancial del planeta está verde en respuesta al aumento del dióxido de carbono atmosférico, la deposición de nitrógeno, el calentamiento global y el cambio en el uso de la tierra. El aumento de la cobertura verde frondosa, o índice de área foliar (IAF), tendrá implicaciones importantes para los ciclos de retroalimentación del cambio climático, pero cuantificar estos impactos a escala global puede ser un desafío.

Giovanni Forzieri y sus colegas analizaron datos satelitales de la cobertura global de IAF entre 1982 y 2011. Sus resultados variaron dependiendo del bioma local, donde el aumento del IAF en las regiones boreales causó una reducción del albedo superficial (reflejo de la luz solar) y resultó en un efecto de calentamiento; en contraste, el aumento del IAF en las regiones áridas provocó un aumento de la transpiración y, por lo tanto, produjo un efecto de enfriamiento.

Además, los autores descubrieron que estas relaciones entre el IAF y la biofísica de la superficie se amplificaban hasta cinco veces en los años extremos de calor seco y frío húmedo. Estos expertos estiman que, a través de alrededor del 60% del área de vegetación global, las hojas han protegido el calentamiento en un 14%; pero para las áreas restantes, que en su mayoría incluyen las zonas boreales, las tendencias del IAF ha amplificado el aumento en las temperaturas del aire, lo que lleva a un calentamiento adicional de alrededor del 10%.

jpe

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