El Doctor Guillermo Pérez Ishiwara, director del Centro de Investigación en Biotecnología Aplicada (CIBA-IPN), en Tlaxcala, señala que en nuestro país se reconoce como fitomedicamentos o remedios herbolarios a  aquellas plantas, o parte de las mismas, que sirven para prevenir, curar o aliviar una enfermedad.

A principios de este siglo se publicó en México la Farmacopea Herbolaria, el documento expedido por la Secretaría de Salud que consigna los métodos generales de análisis, así como los requisitos sobre identidad, pureza y calidad de los fármacos de este tipo. El especialista señala que a partir de esta publicación, empezaron a generarse una serie de lineamientos y normas para su uso y fabricación desde el punto de vista médico. Pero a pesar de que  la Ley General de Salud reconoce la existencia de los medicamentos herbolarios, no están siendo correctamente regulados, pues cualquier persona puede producir y desarrollar un supuesto fármaco y venderlo.

Según cifras de la Organización Mundial de Comercio (OMC) el valor  global del mercado de fitofármacos es de alrededor de 60 mil millones de dólares al año. El país que encabeza la lista de exportaciones en tratamientos de este tipo es China. Para el especialista el regreso a la herbolaria no sólo es cuestión de tradición, también está vinculado con la obtención de recursos fáciles ante la falta de regulación.

Sin embargo, el miembro del Sistema Nacional de Investigadores señala que además de los grupos que pueden encapsular con facilidad plantas sin estudios previos o anunciar una serie de infusiones y jugos con propiedades “curativas”, aprovechando la palabra tradición como recurso de venta; también existen empresas farmacológicas serias que han entrado a este microcosmos con medicamentos avalados con estudios y procedimientos bien estandarizados.

El problema es que los medicamentos que sí tienen un principio científico sustentado y aseguran eficacia terapéutica por los protocolos en su realización  farmacéutica, están en la misma disponibilidad que los que no cuentan con estrictas medidas de producción.

El investigador explica que muchos de los efectos de los fitofármacos se deben a los metabolitos que producen las plantas, pues los compuestos sintetizados por éstas dependen incluso de determinadas condiciones de humedad, temperatura, estación del año, etc.

“Todo tiene que tener una norma en cuanto a la colecta, producción y validación del tipo de metabolitos que produce la planta en determinado momento para tener fármacos estandarizados”, comenta sobre sólo uno de los múltiples procesos  que finalmente van a determinar el efecto de la planta en el organismo humano.

“La herbolaria medicinal  tiene efectos secundarios derivados de los alcaloides que se producen en las plantas y que pueden tener efectos renales o hepáticos importantes”, explica y señala como un ejemplo de esto al orégano.

De apariencia inocua, es utilizado comunmente para combatir las molestias de los cólicos menstruales, pero utilizado en exceso puede ser dañino. Lo mismo sucede con ‘el noni’, un fitofármaco elaborado con un extracto frutal, que venden para el control de la glicemia en pacientes con diabetes. Consumido en exceso, puede producir daños renales”.

Se calcula que 80% de la población en el mundo utiliza este tipo de remedios para aliviar dolencias comunes. Pérez Ishiwara señala que las virtudes de las plantas son muchas, pero algo que compete a los científicos mexicanos es hacer la investigación que corresponda para que sus efectos sean comprobados para después desarrollar las patentes e impulsar el uso que los mexicanos deben de tener de este patrimonio.

La ciencia  impulsa la tradición 

El especialista señala que en México hay estudios de evidencia de caso en por lo menos tres mil plantas medicinales, es así que los asuntos relacionados con patentes, particularmente en un país como el nuestro, cobran especial importancia.

“Se debe proteger y aprovechar esta riqueza  para que no se saqueen los recursos y las comunidades que heredan el conocimiento se puedan quedar con las patentes. Se debe proteger nuestra biodiversidad. Lo que está sucediendo es que importantes farmaceúticas, europeas y asiáticas (particularmente las japonesas), están volteando hacia México. Vienen a nuestro país, averiguan las virtudes de la planta, se las llevan, las investigan y desarrollan sus patentes.  Nos están robando la riqueza de este acervo”.

En este sentido, el entrevistado señala que es indispensable empezar  a formar consorcios de científicos dedicados de manera sistemática a investigar los principios científicos y medicinales de las plantas para formar asociaciones en el sentido más amplio de la palabra, pues existe mucha investigación al respecto en nuestro país, mediante instituciones como  IPN,  UNAM, UACh e IMSS. La idea es que  las investigaciones individuales podrían fortalecerse bajo el intercambio colectivo.

“Algunas de las líneas de investigación más fuertes en este tipo de fármacos son en torno a la diabetes y las enfermedades neurodegenerativas; los dos azotes de nuestro país, tanto del México pobre, como el que crece a imitación de los países industrializados”.

El investigador señala que en el CIBA-IPN están trabajando con varias plantas, pero una de las que más destaca es el Decatropis bicolor, también conocida como “Hoja dorada”, utilizada contra el cáncer de mama.

“Es una planta endémica de Hidalgo, de la zona de Ixmiquilpan. Hicimos el estudio etnobotánico y  nos comprometimos a hacer una investigación a fondo, la cual  realizamos en la actualidad. En esta comunidad comentan que vino una persona de Nueva York que tuvo noticia de la planta,  así que la pulveriza, la pone en cápsulas y cada  seis meses viene por 800 kilos de planta, adquirida por 1500 pesos. Están depredando a la planta y enriqueciéndose a costillas de la comunidad”.

La estrategia más adecuada para apoyar a la comunidad de donde sale el recurso es  optimizando su uso de manera coordinada mediante cooperativas y en relación directa   con la comunidad científica. “Esta es la visión que tiene que tener el académico, mientras que el gobierno tiene que reglamentar el uso de las plantas y fundamentalmente el uso de los fitoterapeuticos, para que no cualquiera pueda producir medicamentos, incluidos los daños que puede provocar un mal uso”.

Otra investigación que se realiza en este centro se centra en la  Bacopa procumbens, una planta de hojas carnosas utilizada para regeneración tisular. En este etudioestán a punto de iniciar el trámite de patente.

Entre algunas de las líneas de investigación más novedosas de este tipo de productos, se encuentra asociar el producto fitofarmacológico con el desarrollo de la nanotecnología.

“Estamos utilizando nanopartículas de distintos compuestos, como oro o plata, que nos ha permitido bajar las dosis terapéuticas cerca de mil veces, logrando el mismo efecto terapéutico. Esto evita depredar el recurso y potencializa  los efectos terapéuticos en cura o de prevención de enfermedades. Deberíamos aprender a utilizar lo que nuestros ancestros empleaban como medicina y actualizar el conocimiento a través de las nuevas tecnologías de la biología molecular y la nanomedicina”.

En los principales centros académicos y de investigación se encuentran amplios y detallados compendios de las plantas medicinales que se encuentran en nuestro país, como el caso del que resguarda la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía.

El investigador señala a este respecto, que la mesa está puesta, pero subraya que  se tendría que hacer  una coordinación a nivel nacional, para realizar estudios específicos por áreas de estudio. “De esta forma, aumentaría no solo la producción de nuevos fármacos, sino también se propiciaría la exportación de fármacos originales”, concluye el investigador.

kal

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