El desarrollo económico sostenible y sostenido de cualquier país requiere de un sistema financiero sólido, estable y accesible para la población, que favorezca la inclusión de todos los sectores, promueva el ahorro y el crédito y genere recursos para la inversión pública y privada.

En un entorno macroeconómico y global incierto como el que enfrenta nuestro país actualmente, en el que decisiones que se tomen en el extranjero pueden tener implicaciones serias, es indispensable que nuestro sistema financiero se robustezca, lo que solamente puede ocurrir a través de la creación de nuevos y mejores mecanismos que pongan al alcance de toda la población productos y servicios financieros.

Sin embargo, el problema no es solamente de oferta. Es también y sobre todo, de imagen, conocimiento y reputación del sistema en nuestro país. De acuerdo con un estudio realizado por el Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México, 37% de los mexicanos que viven en las principales ciudades del país no son usuarios del sistema financiero, dato que coincide con los datos que arroja la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera del Inegi 2012.

El estudio nos dice además que 39% de los mexicanos considera que el espectro del sistema financiero se reduce a los bancos, que son las instituciones con las que más relación se tiene, dado que los productos de mayor uso son las tarjetas de débito (55%) y de crédito (41%). Casas de Bolsa, afianzadoras, casas de empeño, casas de cambio y otras instituciones prácticamente no figuran en el imaginario colectivo, lo que naturalmente hace que sus servicios —incluso en las grandes ciudades— no sean considerados ni requeridos.

El estudio muestra también que una parte importante de la población mantiene hábitos y costumbres tradicionales en términos, por ejemplo, del ahorro y el crédito. Mientras que 37% de los mexicanos reconoce ahorrar constantemente y 42% ocasionalmente, mucho de este ahorro tiene un destino puntual y de corto plazo, además de ser ahorro que 4 de cada 10 mexicanos realiza de manera tradicional: usando alcancías, tandas, “cajas de ahorro” de amigos o familiares o escondites en sus casas. Por su parte, 82% de quienes llegan a solicitar un préstamo —que son solamente la mitad de los mexicanos— lo solicitan a particulares —vecino, amigo o familiar—.

¿Qué puede estar determinando esta falta de penetración y cobertura? No cabe duda que en los últimos años ha habido un esfuerzo importante por parte de instituciones financieras que se han sumado al sistema con esquemas novedosos de captación y colocación. Tiendas departamentales, de autoservicio y de conveniencia, entre otras, se han convertido en oferentes de productos y servicios para aquellos mexicanos que no tienen acceso a los servicios financieros tradicionales, logrando muy interesantes índices de penetración en sectores de menor nivel socioeconómico en nuestro país. Sin embargo, falta mucho trecho por recorrer para lograr un nivel de cobertura que atienda a todos los sectores con una oferta diferenciada que responda a las necesidades y expectativas de segmentos específicos de la población.

La confianza en el sistema puede ser uno de los factores que influyen de manera importante en esta falta de cobertura. La confiabilidad de las instituciones financieras es el valor más importante para los mexicanos, la certeza de que el recurso personal está seguro, que no se hacen cargos indebidos y que las cosas ocurren conforme a los deseos y necesidades de las personas es uno de los aspectos que más valoran. Sin embargo, de acuerdo con el estudio, se percibe que las instituciones financieras —recordemos que este término remite en primera instancia a los bancos— están mucho más orientadas a su propio beneficio que a la ética y el servicio al cliente.

El reto es enorme, pero la oportunidad lo es más. Las instituciones que conforman el sistema financiero en México deberán apelar a la creatividad, la experiencia, el conocimiento y el talento de sus ejecutivos y personal para generar una oferta atractiva y para buscar, haciendo sinergia con todos los actores, una cada vez mejor y mayor cultura financiera en nuestro país.

*Directora del Centro de Opinión Pública de la Universidad del Valle de México

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