En la reunión anual de Davos de este año se puso de manifiesto que estamos transitando hacia un nuevo orden mundial y que el paradigma global de libre comercio está cambiando. Paradójicamente en este foro, el principal defensor de la globalización fue China. El gigante comunista que desafiaba constantemente el orden internacional para impulsar sus políticas proteccionistas se erigió sorprendentemente como defensor de la bandera del libre comercio. Presente por primera vez en la reunión de los Alpes suizos, el primer ministro Xi Jinping pronunció un discurso en el que proyecta a su país como un actor comprometido con el progreso y con los retos de la sociedad internacional, incluyendo el impulso al libre comercio.

Vale la pena recordar que uno de los objetivos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés) era contrarrestar la fuerza del gigante chino en la región asiática. De ahí que haya nacido la idea del TPP, un frente común para hacer a la región de Norteamérica, Japón, Oceanía y el Sureste asiático, más competitiva vis a vis China. Ahora que el TPP está muerto, es claro que China aprovechará esta oportunidad para llenar el vacío que deja Estados Unidos.

El foro de Davos fue escenario también de las transformaciones en el continente europeo y en el mundo en general tras la salida de Reino Unido de la Unión Europea. Como lo señaló Theresa May, su país tendrá que hacer frente a cambios monumentales, pasar por una dura negociación con los demás socios y forjar un nuevo rol en el mundo. Aunque no es posible comprender aún las implicaciones del Brexit, la decisión de los británicos sienta un precedente para las relaciones comerciales en el mundo. Le tocará a Alemania asumir el liderazgo para fortalecer el proyecto político y económico europeo.

La gestación de un nuevo escenario geopolítico avanza a gran velocidad y ello traerá consigo enormes retos y oportunidades para todos los países. Aunque es sumamente difícil anticiparse a hechos tan imprevistos, sí es posible preparase estratégicamente para aprovechar este reacomodo de una manera inteligente.

De cara a estos cambios en el ámbito geopolítico, el gobierno de México se encuentra ante la oportunidad de convocar a todas las fuerzas políticas y económicas a unirse en torno al objetivo común de defender los principios del libre comercio, la importancia de una economía con cadenas globales de valor, los derechos humanos, la libertad de prensa, entre otras. Más allá de las diferencias, es menester reconocer que estamos atravesando por una situación inédita, que llega en momentos ya de por sí difíciles para nuestro país. La crisis económica, el descontento social y la efervescencia política complican la toma de decisiones y hacen necesario establecer claramente las posiciones mínimas para alcanzar un acuerdo nacional. El presidente Peña Nieto debe asumir el papel de líder responsable que sea capaz de enfrentar los retos que se avecinan.

Un desafío al que México se enfrenta en el corto plazo es la renegociación del TLCAN. El gobierno mexicano debe rodearse de expertos en comercio internacional y escuchar las diferentes voces, de todos los sectores de la economía, susceptibles de aportar ideas y sugerencias, que ayuden a establecer una estrategia ofensiva sólida. La revisión del tratado debe buscar hacer a América del Norte más competitiva y más abierta.

Aprovechar las fortalezas de nuestra economía, asumir decididamente la importancia del comercio mundial, avanzar en la implementación de las reformas estructurales y combatir seriamente la corrupción y la impunidad, todas juntas, pueden dar un nuevo impulso a este gobierno y sobre todo, demostrar al mundo que México es un país fuerte, competitivo y moderno que se crece ante la adversidad.

*Presidente y director general de la Universidad del Valle de México

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