Dice una frase de Heráclito de Éfeso que nadie se baña en el río dos veces porque todo cambia en el río y en el que se baña. Y es precisamente lo que ocurre en el ámbito empresarial, podríamos querer prepararnos para riesgos específicos, sin embargo, si algo es seguro es que todo cambia.

Las empresas enfrentan un mundo turbulento. Ya no se puede decir que es muy grande para quebrar porque hasta los grandes caen. Pero ¿y sin pensamos de otra manera? ¿Si lo mejor que podemos hacer es adaptarnos al cambio? ¿Si las empresas dejan de pensar en el éxito momentáneo y se concentran en su supervivencia?

En el Comité Nacional de Administración de Riesgos del IMEF, se discuten las condiciones por las cuales las empresas pueden estar mejor preparadas para competir. Y la resiliencia se ha vuelto un tema de actualidad, siendo su significado muy simple: la capacidad para experimentar una crisis y continuar con su vida normal.

Las empresas resilientes se diferencian de otras porque saben que las crisis son inevitables, pueden suceder en cualquier momento.

Las empresas resilientes tienen las siguientes características: primero, son flexibles para el cambio, determinan sus estrategias construyendo su futuro en lugar de continuar con el pasado, evitan que la negación, la nostalgia y la arrogancia se vuelvan una constante en la toma de decisiones. Segundo, entienden que la administración de riesgos no es algo que evite hacer negocios, sino más bien les apoya para identificar lo que es realmente dañino para la empresa y permite tomar acciones que mitiguen los riesgos identificados.

No se trata de pensar que lo que sucedió en el pasado se puede repetir. Se trata, como diría el ensayista, investigador y financiero Nassim Taleb, de aislar la información real del ruido, de mantenerse ecuánime y reaccionar a la información real, se trata de dejar de ser “neurótico”.

El punto es identificar las oportunidades a través de las amenazas. Sin tratar de caer en perogrulladas, las empresas resilientes llevan a cabo lo siguiente: no son optimistas, son realistas, porque evitan los escenarios color de rosa y se enfocan en lo que realmente podría suceder; diversifican tanto en clientes, proveedores, servicios, proveedores de tecnología, etc.; tienen redundancias y reservas, por ejemplo, manejan sistemas alternos por si algo falla; toman riesgos pero sólo con una parte de la compañía y no en la totalidad; tienen buenos sistemas de información para conocer, prácticamente en tiempo real, lo que está pasando tanto dentro como fuera de la empresa; y por último, evitan centralizar las operaciones en un solo negocio o producto, es decir evitan poner todos los huevos en la misma canasta.

Y si la crisis se presenta, como se ha establecido en el Comité de Administración de Riesgos del IMEF, lo mejor que se puede hacer es evitar la arrogancia y/o la negación y reconocer que algo está pasando en la empresa.

El pensamiento como grupo debe de evitarse y se debe de buscar ser crítico con la información. Se debe de estar consciente de que, a menos de que ocurra algún desastre natural, varias señales se presentaron en la empresa que debieron servir para determinar que se estaba presentando una crisis. Por lo que se deben tomar decisiones rápidas, tratando de analizar la información disponible; además se debe evitar buscar culpables para entender objetivamente lo que pasó y buscar soluciones.

La crisis se debe enfrentar y se debe estar dispuesto a tomar acciones que pudieran ser “no populares”. Lo importante es la supervivencia de la empresa. Lo valioso es mantener la reputación y reducir los daños. Las crisis se tienen que resolver en el corto plazo, se debe rescatar lo valioso para continuar con la empresa y dejar de preocuparse del peso muerto.

La transparencia es fundamental, no puede haber secretos, es mejor pensar que lo que puede saberse de la empresa se sabrá. Se debe de cuidar la relación con los clientes, proveedores y accionistas más importantes.

Los empleados son fundamentales para la recuperación y debe tenerse siempre una comunicación objetiva, clara y positiva de lo que está pasando y las acciones que se están llevando a cabo.

En conclusión, haciendo una analogía con la Teoría de Darwin, las empresas que varían de algún modo provechoso para ella, tendrán mayor probabilidad de sobrevivir.

Presidente del Comité Técnico Nacional de
Administración de Riesgos del IMEF 2016.
 elias700708@hotmail.com

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