Los diagnósticos y prognosis que se han realizado al proceso de apertura a la globalización e internacionalización de la estructura productiva nacional han llevado a la misma conclusión: las cadenas productivas están desarticuladas ya que la política comercial dominante y el proceso de desgravación arancelaria indiscriminado han sido descuidados, amén de haberse abandonado deliberadamente la política de fomento industrial y de apoyo al emprendimiento empresarial.

¿El resultado?, baja competitividad empresarial, muerte prematura de pequeñas y medianas empresas, nula innovación productiva, competencias laborales no consolidadas, desempleo estructural, baja productividad, poco crecimiento, bajos niveles de ingreso, pobreza…

Resulta paradójico que la Secretaría de Economía se desempeñe con dos caras antagónicas. Por un lado, es la encargada de fomentar y apoyar el desarrollo industrial y empresarial, en especial de las micro, pequeñas y medianas empresas. Por el otro, encabeza la política de apertura comercial liberal negociando tratados y acuerdos comerciales —aún no se concreta la salida del Reino Unido del TLCUE y ya se está hablando de un TLC bilateral— que a la luz del rigor analítico, poco han beneficiado a la estructura productiva. Empero, el principal problema es la ausencia de una estructura de protección eficiente —caso del acero— y de incentivos suficientes —fondos y programas— para desarrollar empresas productivas y competitivas. Ante ello, no hay otra alternativa que cambiar el rumbo y retomar el acompañamiento a las pequeñas y medianas empresas, que son las que emplean la mayor proporción de trabajadores y generan una buena parte del producto nacional.

El reto en el diseño e instrumentación de políticas públicas es construir entornos favorables para las empresas y sus cadenas productivas y para ello se requiere de fortalecer la competitividad de las MiPyMes, pero también de impulsar a nuevos emprendedores que presenten ideas efectivas, para que puedan desarrollar sus capacidades de negocios, así como aprovechar las oportunidades que representan las nuevas tecnologías y los nuevos consumidores con demandas específicas.

La Secretaría de Economía en su faceta de fomento empresarial ha, desde hace varios años, organizado la Semana del Emprendedor —la primera semana de octubre se llevó a cabo la edición 2016—, buscando acercar a los emprendedores a los programas y acciones orientados al desarrollo de la inteligencia de negocios y de las capacidades empresariales, así como al acceso al tan necesario capital semilla y al crédito productivo que requieren.

El INADEM es el organismo encargado de conducir la política pública de las MiPyMes, y el instrumento financiero es el Fondo Nacional Emprendedor (FNE), programa que junto con el Programa de Estímulos a la Innovación (PEI) del CONACYT, representan las dos principales fuentes de recursos para el apoyo a las empresas mexicanas; sin embargo, es lamentable que estos recursos, ya sea por la necesidad de ajustar el presupuesto federal o por decisiones sin sustento, se han venido reduciendo en el monto que pueden ejercer. En la conformación del proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para 2017 se ha decidido, dentro del proceso de achicar el presupuesto federal, recortar 47.8% el FNE, bajándolo de poco más de 7 mil 261 millones de pesos que tuvo en 2016 a 3 mil 760 millones. Cabe mencionar que en 2014, el presupuesto aprobado para el FNE fue de 9 mil 377 millones.

Cierto es que el gobierno federal se está “apretando el cinturón” buscando reducir el déficit; sin embargo, no cuadran las explicaciones ante el incremento conjunto de mil 662 millones de pesos a las Cámaras de Diputados y Senadores, a la Suprema Corte y al Tribunal Electoral —aumento que representa la mitad de los reducido el FNE—, especialmente desde la perspectiva de generación de empleos auténticamente productivos. Falta aún que los diputados modifiquen o aprueben el proyecto, por lo que es necesario cabildear en favor del FNE.

¿Qué se puede hacer con un presupuesto que cada año se va reduciendo? Ser no sólo creativo, sino inteligente y efectivo. La aplicación de las Reglas de Operación del Fondo deberá ser sumamente prolija, y poner en primera instancia emprendimientos cuya efectividad e impacto sea indiscutible y de alto rango. Serán menos las empresas apoyadas, pero éstas deberán generar empleos, atraer capital y producir ingreso, es decir, reducir las brechas en el desarrollo. Habrá que aprender a hacer más —emprender— con menos recursos.

*Presidente de Consultores Internacionales S.C.

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