La semana pasada escribí sobre la niña argentina cuyo embarazo terminó en cesárea. La historia era tan lúgubre como la de ahora. La imposibilidad de avanzar en temas escabrosos merecen nuevas reflexiones. La suma es demoniaca: una niña de 12 años, oriunda de Jujuy, es violada —se ignora el número de veces—, acude al hospital por dolor abdominal acompañada por su madre y el parte médico es embarazo. La madre solicita que se efectúe un aborto; las autoridades hospitalarias hacen caso omiso de las leyes argentinas que permiten el aborto en caso de violación o en menores de edad, internan a la niña y efectúan una cesárea para salvar a la bebé. El procedimiento quirúrgico es “exitoso”; la bebé es trasladada a la unidad de cuidados neonatales y fallece tres días después. Esa es la cronología, esa es la historia. Lo que sigue es la realidad: la muerte de la bebé y las preguntas sin respuestas sobre el suceso.

Son numerosas las agravantes. Destaco las cruciales. La niña era pobre, lo que implica la imposibilidad de viajar al extranjero para realizar un aborto; la pobreza, per se, debido a sus incontables agobios, dificulta la situación: los familiares, o no se percatan o tardan en enterarse del embarazo de una niña; debido al entorno —sobrevivir es la consigna— es probable que la familia cercana no haya tenido conocimiento del suceso hasta el momento en el cual la chiquita acudió al nosocomio por dolor abdominal; aunque no hay estadísticas, es común que el violador sea parte del círculo familiar: la cercanía del agresor, la ausencia de recursos judiciales y la miseria impiden que la familia acuda a las autoridades pertinentes para denunciar —si es que “de algo” sirve hacerlo—; el protocolo para la atención del embarazo en adolescentes del gobierno de Jujuy, elaborado en conjunto con la UNICEF, señala que “cualquier embarazo en una niña menor de 13 años es producto de abuso sexual y puede acceder a una interrupción legal del embarazo”, ley a la cual se apegó la madre; finalmente, los médicos decidieron practicar una cesárea a la niña para “salvar a ambas” —mi ignorancia es inmensa: ¿cuántas cesáreas se harán al año a niñas de 12 años…?

El principio y el fin de la vida siempre han suscitado debates. Las religiones se encargan de alimentar y atizar las controversias. Ante el desprestigio de algunos credos occidentales, multiplicar las controversias es oficio religioso. La fe, dogmática, es imbatible: si se cree en aquello que no es visible, ¿cómo desaprovechar la oportunidad para manifestarse ante sucesos como el de la niña madre argentina?

Las controversias fuera del hospital entre grupos provida y las organizaciones que buscaban apoyar a la niña y a la abuela ilustran la cuasi genética imposibilidad del diálogo. Antiabortistas: “Las feministas presionaron para que asesinaran intrauterinamente a Esperanza —nombre de la bebé— o bien que la cesárea se hiciera prematuramente, y acá están las consecuencias: la clase política cedió, y la beba terminó muriendo”. Los representantes del Observatorio de Géneros y Políticas Públicas escribieron: “La política de ‘salvemos las dos vidas’ terminó con una niña de 12 años torturada al ser obligada a parir y una bebé muerta. Necesitamos que se cumpla la Interrupción Legal del Embarazo, necesitamos aborto legal y que se respeten nuestras vidas”.

De acuerdo a las antiabortistas el hospital fue el responsable de la muerte de la beba por haber practicado la cesárea demasiado pronto. Su sugerencia era aguardar un mes más antes de la extracción para que madurase el producto. La idea de las antiabortistas es inhumana. Mantener en reposo un mes a la niña de 12 años en el hospital y hacerle entender que es por su bien y la de su beba es incomprensible. Además, de acuerdo a los grupos provida, una vez efectuada la cesárea, la beba se entregaría a una familia pudiente para asegurar el bienestar de la chiquita, ¿y qué con la niña madre?

Sobran preguntas, faltan respuestas: ¿Cómo está y cómo estará la niña de 12 años?, ¿qué ha sucedido con el violador?, ¿cambiarán las leyes en Jujuy?, ¿será obligatorio que los hospitales contraten a médicos laicos?, ¿no debería pesar más la voluntad de la abuela y las leyes que la presión de las antiabortistas?, ¿cuántos niños y niñas en situación de la calle perviven en Latinoamérica?

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