La Comisión de Bienestar Animal del Congreso de la Ciudad de México , impulsa una iniciativa para prohibir la celebración de

y la encabeza Jesús Sesma , del Partido Verde y presidente de la Comisión .

De acuerdo a sus argumentos afirman que, el espectáculo está sustentado en la tortura hacia el toro y a los que lo sentimos, como una parte muy importante de nuestra mezcla de culturas en el transcurrir de los siglos por, ya casi 500 años, nos quieren despojar de la tauromaquia y sea cual sea su futuro, de ninguna manera vamos a arrepentirnos por amarla y custodiarla. El toro de lidia para eso existe, así como el toro de abasto para alimentación.

Los protectores de animales están en su derecho de rechazar lo que no entienden, como también los que encontramos en el toreo una multiplicidad de valores de disentir y no estar de acuerdo en sus argumentaciones, muchas veces precedidas de insultos y de calificativos peyorativos. Los gobiernos, en éste caso, el de la capital tiene que amparar y proteger a ambos, tanto a los que la amamos como aquellos que la quieren prohibir y no se entiende porque a unos les daría la razón y a otros se las negaría.

Vivimos momentos muy complejos y los criadores de toros han hecho un esfuerzo enorme, personal y económico, manteniendo vigente sus hatos ganaderos en aras de continuar con una tradición que, nos distingue de otros países y nos permite afirmar que la cultura es la manifestación del pueblo, frente a su existencia. Aunque muchos pronostican que, a la larga será obligada a desaparecer, mientras exista no tenemos motivo para avergonzarnos de ella, todo lo contrario, y lo veremos el próximo domingo en La México , en la Corrida Guadalupana .

Y aunque, lo duden los animalistas no somos seres miserables los taurinos, porque nos emocionemos cuando vemos a unos novillos como los del domingo pasado en La México de Caparica , con la bravura de su comportamiento y como se jugaron el pellejo José Miguel Arellano , Juan Pedro Llaguno y José Alberto Ortega , para lucirse con ellos y avanzar en sus carreras.

Me parece que es importante recordar que, el carácter cultural de la tauromaquia no se debe condicionar; hay que distinguir la libertad de diferenciar que le gusta a cada uno y de ahí partir para ser justos. Y no se trata, a estas alturas, de ofrecer cada día una montaña de datos para justificar la existencia de los toros, económica y culturalmente.

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Hemos repetido miles de veces, que la tauromaquia forma parte de la historia de este país, y de la tradición, así como el sentimiento de millones de personas; que es un sector económico de primer orden que emplea y crea riqueza; que el toro, animal único, existe porque la fiesta está viva, que es un guardián de la naturaleza, un agente medioambiental y un luchador contra el cambio climático.

Quien no se sienta atraído por los toros, que no acuda a las plazas y que deje vivir en paz a quienes vamos, eso debería imperar a la hora de tomar una decisión y entender que, si hay ganadores y perdedores, saldrá perdiendo la diversidad e imperara la resta y no la suma de la sociedad, en momentos que debemos de estar -independientemente de nuestros gustos- unidos, frente a la delicada situación que padecemos.

Ni este ni de ningún gobierno, esperamos, prohibirá los toros para evitar una protesta social -parecida a la que produjo la ley seca en los Estados Unidos - a la que se unirían los que, sin ser aficionados, prefieren la libertad a la represión. Si acaso, los políticos ignoran al sector y favorecieran su desaparición, esa es la pregunta en el aire, prohibido prohibir, sería el mejor argumento.

 

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