La carrera del Metálico pasó del infierno a la gloria, para terminar en el destierro, cuando perdió la lucha por el retiro en la Arena México.

El 10 de agosto del 2014, un “chamaco” llamado Oro Jr. se atrevió no solo a retar al experimentado Metálico, sino que acabó con su incógnita sobre el enlonado de la “Catedral del Pancracio”. Una afrenta que parecía letal para el capitalino.

Pero Salvador Munguía , como se le conoce públicamente desde esa noche, no es de los que se rajan al primer madrazo. Tras recuperarse del rotundo golpe a su carrera, el rudo encontró en la imagen de su rostro reflejada en un espejo, la respuesta para su futuro en los cuadriláteros, ahora como el ‘Pedro Infante’de la lucha libre.

Su enorme parecido con el ídolo de la canción le abrió el panorama. Y tuvo éxito, personificado como el ‘Pepe el Toro’ y ‘Tizoc’, atrapó al respetable que le dio un nuevo impulso en suandar por los enlonados de paga.

Casi cinco años después, el 4 de mayo pasado, la recompensa a su esfuerzo empezó a dar frutos, cuando protagonizó el regreso de las luchas de apuesta a la Arena Coliseo, ganando la cabellera de Disturbio. Sin embargo, fue una treta más del destino, que implacable, lo encaró con su mayor reto profesional: vencer a Virus en un duelo con las carreras de ambos en disputa. El 31 de mayo se terminó su carrera como luchador profesional.

COMO ANTAÑO

No había plan B, al menos su mente nublada por la derrota no lo percibía. Pero la claridad llegó días después, cuando en la empresa coliseína le propusieron convertirse en referi.

Un rápido papeleo y la evaluación de sus conocimientos en una prueba sobre el enlonado de la Arena Coliseo, fue el pasaporte a su nuevo rol. Se estrenó el 18 de junio en el máximo coso de la lucha libre profesional, una experiencia que le devolvió la esperanza. “Fue una sensación muy distinta el impartir justicia, pero es una manera de seguir ligado a la lucha libre, que es el amor de mi vida”.

De alguna forma fue como volver a su pasado, cuando era policía en las calles de la ciudad. “Aunque no fue algo natural, porque no tenía contemplado dejar de luchar, mucho menos ser referi, pero es otra oportunidad que me da la vida”.

Incorruptible, así se define de inicio el ‘Tigre Infante’. “El referi luce porque está arriba del ring y su presencia como autoridad debe imponer respeto. Luce porque su imagen tiene que ser pulcra y limpia, que transmita confianza de ser imparcial. Siendo así, al momento de dar el conteo y decretar un triunfo no quedará alguna duda de su ética”.

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