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Si la Liga MX no hubiera cambiado su formato de competencia, en este momento las Chivas estarían fuera de la zona de Liguilla, con sólo dos cotejos por disputar. Así de dramática es la situación de un equipo, en teoría, armado para ser candidato al título.
Cuando Ricardo Peláez asumió la dirección deportiva del Guadalajara, aseguró que en la institución “se habló de problemas de cocientes hasta el fin de semana pasado [noviembre de 2019]. A partir de ahora se va a hablar de campeonatos, de Liguillas; se acabó el tema de cociente, se acabó el tema de los últimos lugares”.
Aunque es cierto que el Rebaño Sagrado ya no tiene problemas en la tabla que antes definía el descenso, la otra parte de ese discurso no se ha cumplido.
Los dirigidos por Víctor Manuel Vucetich se ubican en el noveno puesto. Tienen la reclasificación asegurada, con lo que romperán su racha de cinco torneos sin estar en la fase final, pero ahora su única aspiración es ser locales en la ronda previa a los cuartos de final. La promesa de terminar en los primeros cuatro lugares y clasificar directo quedó en simple ilusión.
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“En lo personal y en lo grupal, tenemos el mismo pensamiento de clasificar en los primeros ocho”, comparte Jesús Angulo, uno de los refuerzos en la era Peláez. “Lo primero que queríamos era clasificar, porque en torneos pasados no lo hicimos, pero ahora estamos muy cerca de pelear por el título y eso nos motiva”, complementa el defensa central Hiram Mier.
Ya no les queda de otra, más que buscar no estar más abajo del octavo. Pero al Guadalajara le resta medirse con los Pumas y el Monterrey, mientras que los calendarios del Pachuca y el Santos Laguna —con los que lucha por el séptimo sitio— lucen menos complejos. Sí, es la realidad de un equipo que presumía todo y hoy tiene muy poco.
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