Inmersión dulce con el Blancpain Fifty Fathoms en un pequeño vergel de tranquilidad. Hemos cambiado el cubrebocas por el regulador de buceo. Aireeeeee… Y agua dulce. Un buceo de 28 minutos a 22 grados de temperatura y sin alcanzar los 10 metros de profundidad. Hoy la vida fue como la corriente del río de Las Estacas: fresca, ligera y relajante. Me imagino a Heráclito en medio del bosque con una de sus digresiones filosóficas sobre el tiempo y el río, soñando con aquella campana de aire que ya Aristóteles describía como herramienta sofisticada usada por los pescadores de esponjas —una caldera invertida llena de aire—. ¿Pero siguen creyendo que se respira mejor en tierra firme que bajo el agua? Qué ilusa es la mentalidad pedestre. Aunque no vinimos a filosofar, sino a bucear con el Fifty Fathoms de Blancpain.

El hombre rana que nunca quiso ser príncipe
El hombre rana que nunca quiso ser príncipe

Es, sin duda, el mejor bisel inventado para buceo. Es lo primero que podríamos destacar de este reloj. Un elemento muy importante en este deporte de ocio que alguna vez fue desafiante actividad militar. Un bisel suficientemente ancho para manipularlo y claramente legible para no equivocarte. Y una escala con los índices de 15 minutos bien definida en el conteo inicial.

Aunque se usa para contar el tiempo desde el inicio del buceo, la funcionalidad del bisel más bien respondía originariamente al control del tiempo a la hora de finalizar la inmersión durante una parada generosa de seguridad de 15 minutos a 5 metros de la superficie. Un ejercicio habitual que ahora se adopta en cada inmersión por regla general, pero que antes se realizaba en caso de haber entrado en descompresión —exceso de respiración de nitrógeno por una mala planificación del buceo que no ajustó adecuadamente profundidad y tiempo de inmersión, o ambos factores—.

50 BRAZAS

Fifty Fathoms alude a las 50 brazas de profundidad aproximada (91.45 m) que los buzos podían alcanzar con el gas comprimido de los años 50 —Blancpain lanzó su reloj al mercado en 1953—. Ya se imaginan que, bajo el agua, cambian todas las condiciones físicas a las que estamos habituados. Y eres una vulnerable y torpe criatura marina que no ve de la misma manera. El cangrejo azul y la carpa que se cruzaron parecen más grandes y cercanos. Y es mentira. Pero tampoco escuchas igual, puesto que la velocidad del sonido es más rápida en el líquido elemento. Ni siquiera pesas lo mismo, aunque la menor densidad del agua dulce que el agua salada del mar nos permita bucear sin lastre en esta ocasión. Y, por supuesto, no respiras del mismo modo.

El hombre rana que nunca quiso ser príncipe
El hombre rana que nunca quiso ser príncipe

El tiempo de vida equivale al aire que respiramos. Y, bajo el agua, esa ecuación es más precisa, así que conviene controlar siempre el tiempo. Es curioso el efecto de lupa que realiza el cristal de la esfera del Blancpain Fifty Fathoms. Les confieso un secreto. El diseño del reloj es sencillamente espectacular. Una esfera tan limpia como la transparencia de las aguas de este río de Morelos. Alguna vez los relojes sirvieron para dar la hora, aunque muchos ya lo olvidaron. Llevamos ya 25 minutos de buceo. Manecillas anchas y luminiscentes e índices triangulares. La simplicidad es bella. Y también muy funcional. La esfera cuenta con una ligera concavidad central que dimensiona a un nivel ligeramente superior los índices. Giras la muñeca y se lee muy bien la hora y los minutos en cualquier momento que necesites checar el tiempo de inmersión.

El hombre rana que nunca quiso ser príncipe
El hombre rana que nunca quiso ser príncipe

Estas aguas frescas ya se sienten más frías que un abandono amoroso cuando superas los 25 minutos en su seno. Por cierto, la corona atornillada del Blancain Fifty Fathoms es manipulable de forma sencilla y segura. Por sentido común, lo hicimos antes de entrar al agua. ¿Temor al agua? Nunca, salvo que atente contra la maquinaria de tu reloj. Sean conservadores por una vez en la vida, siempre cuando se bucea.

El hombre rana que nunca quiso ser príncipe
El hombre rana que nunca quiso ser príncipe

NORMATIVAS DE BUCEO

Blancpain es la única marca relojera que ha desafiado a las modernas computadoras de buceo. Una fe absoluta en su legado, el savoir-faire y la grandeza de devolver estos relojes mecánicos a su hábitat natural. ¿Recuerdan el X Fathoms? Celebra ahora su décimo aniversario. Fue el intento mejor logrado de construir un reloj mecánico con las funciones imprescindibles para planificar buceos seguros. Además de contar con la válvula de descompresión, presenta profundímetro y un contador regresivo de 5 minutos para paradas de descomprensión. Hoy hemos usado el Fifty Fathoms Automatique, el origen de este linaje audaz.

El hombre rana que nunca quiso ser príncipe
El hombre rana que nunca quiso ser príncipe

Lo más sorprendente de esta pieza es que, lanzada en 1953, ya sentaba las bases de lo que ahora es la norma NIHS 92-11 (ISO 6425) implantada en 1996 para los relojes de buceo. Se adelantó casi 40 años nada más. Aspectos claves como la seguridad con un aro de bloqueo para no fallar con el bisel en la hora de inmersión; la fiable hermeticidad de la caja con juntas tóricas dobles; la robustez y protección de la corona; su legibilidad y también la indispensable protección antimagnética. Una máquina inteligente pionera. lo más sorprendente de esta pieza es que, lanzada en 1953, ya sentaba con más de 40 años de antelación las bases de la primera normativa ISO que se aplica a los relojes de buceo.

El hombre rana que nunca quiso ser príncipe
El hombre rana que nunca quiso ser príncipe

Pero ya vimos correr el río como remanso curativo del tiempo. Finalizamos la inmersión en la poza más grande de Las Estacas. Buceen, amigos, buceen. El hombre rana es el único alebrije mexicano que quiere seguir siendo alebrije. Ese cuento del beso de la princesa es pura fantasía. Antes hombre rana que príncipe. Y más con un Blancpain Fifty Fathoms en la muñeca.

Fotos: Jorge Garaiz

Google News

TEMAS RELACIONADOS

Noticias según tus intereses