Cada inicio de año, millones de personas alrededor del mundo reciben el Año Nuevo sin cuestionar el origen de esta fecha. Sin embargo, de acuerdo con explicaciones académicas de la UNAM, esta elección responde a una larga evolución histórica vinculada con la forma en que las civilizaciones han entendido y organizado el tiempo.

La adopción del 1 de enero como inicio del año está relacionada con el Calendario Gregoriano, instaurado en 1582 por el Papa Gregorio XIII.

Este sistema reformó el calendario juliano, creado en el año 46 antes de nuestra era por Julio César, quien había fijado enero como el primer mes del año en la Antigua Roma.

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De Jano al calendario gregoriano

En la Roma antigua, el año no siempre comenzaba en enero. Durante siglos, el calendario romano iniciaba en marzo, mes asociado con Marte y con el inicio de las campañas militares. Fue Julio César quien decidió trasladar el comienzo del año a enero, mes dedicado a Jano, el dios romano de los inicios, las puertas y las transiciones.

Jano era representado con dos rostros, uno que miraba al pasado y otro al futuro, una simbología que reforzaba la idea de cierre y renovación. Esta concepción se integró al calendario juliano, que buscaba alinearse con los ciclos solares para ordenar la vida civil, agrícola y militar del Imperio romano.

No obstante, el calendario juliano tenía un pequeño error de cálculo que provocó un desfase acumulado con respecto al año solar. Para el siglo XVI, esta diferencia ya era de aproximadamente diez días, lo que afectaba fenómenos clave como las estaciones y las cosechas.

Vista general del Foro de Augusto durante el evento llamado "Foro de Augusto, 2000 años después". El emperador envió al exilio al poeta Ovidio. Foto: EFE / Alessandro Di Meo
Vista general del Foro de Augusto durante el evento llamado "Foro de Augusto, 2000 años después". El emperador envió al exilio al poeta Ovidio. Foto: EFE / Alessandro Di Meo

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La explicación astronómica y cultural según la UNAM

Para corregir este desfase, el Papa Gregorio XIII impulsó una reforma que dio origen al calendario gregoriano, el cual ajustó la duración del año y estableció de manera definitiva el 1 de enero como su inicio. Según la UNAM, esta decisión no fue solo administrativa, sino el resultado de siglos de observación astronómica y acuerdos culturales que permitieron estructurar la vida social.

La universidad señala que la permanencia del 1 de enero como Año Nuevo responde a una combinación de ciencia y tradición. Aunque hoy parece una convención natural, se trata de un acuerdo histórico que permitió unificar la medición del tiempo en gran parte del mundo.

Sin embargo, esta fecha no es universal. Existen culturas que se rigen por calendarios lunares o lunisolares, como el calendario chino, cuyo Año Nuevo se celebra entre enero y febrero. Estas variaciones demuestran que el concepto de Año Nuevo depende del sistema de medición del tiempo adoptado por cada sociedad.

Así, recibir el Año Nuevo el 1 de enero es una práctica profundamente arraigada en la historia occidental, pero también un recordatorio de cómo la humanidad ha buscado comprender y ordenar el paso del tiempo.

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aov/

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