Al sentir la punta del plumón sobre la piel no pude evitar un estremecimiento. Caí en la cuenta de que lo que estábamos haciendo era en realidad no sólo una manera de ayudar sino también de exponernos, entregando lo más que puedes entregar por alguien.

Es grandioso ver el deseo de ayudar que tienen muchas personas. Durante el sismo descubrí que dentro de una inmensa cantidad de mexicanos hay un brigadista amateur dispuesto a realizar labores de excelencia, poniendo la cara por su gente, por lo más valioso que tenemos: la vida.