Kazán.— La victoria de Bélgica sobre Brasil no sólo la convirtió en candidata a todo lo que se proponga, sino que elevó también de categoría al técnico español Roberto Martínez.

El seleccionador de Bélgica se doctoró en la Arena Kazán. Se jugaba el boleto a las semifinales ante la selección más poderosa de la historia del futbol, Brasil. Y lo que hizo fue cambiar el esquema táctico, sentar a dos jugadores que habían sido titulares fijos hasta ahora y mover de posición a otros.

Fue valiente, arriesgó y ganó. Su popularidad sube como la espuma, justo cuando algunos medios le relacionan con el futuro de la selección española.

“Tengo una trayectoria de 13 años como entrenador, sé cómo hay que jugar ante equipos que te quieren dominar con el balón”, señaló después del 2-1 del viernes. Posiblemente fue el único momento en el que destacó su propia figura.

Porque no es un técnico egocéntrico. El protagonismo, en las buenas y en las malas, lo deja para los jugadores. “El futbol es de los futbolistas", suele responder cuando le preguntan por su trabajo.

“Era un riesgo cambiar la táctica a mitad del torneo, pero los jugadores han creído en la idea. El futbol no es un juego de táctica: es un juego de corazón, de creer, de todo lo que tienes que mostrar si quieres ganar”, indicó el técnico de 44 años. “Ahora mismo soy el hombre más orgulloso del mundo”.

Cuando llegó al banquillo de Bélgica, su debut no fue esperanzador y perdió 2-0 con España, pero después arrasó en las eliminatorias hacia Rusia con nueve victorias y un empate, con 43 goles a favor. En el Mundial ha mantenido ese idilio con el gol y su equipo lleva 14 en cinco partidos.

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