Este domingo 31 de octubre se celebrará el Día Mundial de las Ciudades y el tema de 2021 es cómo adaptar las ciudades en la resiliencia climática. En este artículo quiero contarles sobre los retos que enfrentarán nuestras ciudades ante el cambio climático y casos de éxito en los que ya los estamos enfrentando alrededor del mundo.

Salvo que reduzcamos pronto y de forma dramática la contaminación generada por la humanidad, las ciudades mexicanas enfrentarán graves consecuencias, como olas de calor muy fuertes que provocarán un número importante de muertes y una gran pérdida en la productividad económica y en calidad de vida.

Esto ya empieza a suceder en algunas entidades de México, como en Baja California, en la región donde se encuentran los Cucapá, quienes han enfrentado temperaturas de hasta 51 grados centígrados en los últimos años. BBC documentó cómo en esta región ahora hay más muertes por olas de calor.

En Estados Unidos, por ejemplo, las olas de calor cuestan 100 mil millones de dólares al año por pérdidas en la productividad.

Son varias las ciudades que se están preparando para el calentamiento global, especialmente plantando muchísimos árboles en los interiores urbanos y con gigantescos jardines verticales, es decir, recubriendo sus paredes e infraestructura con vegetación.

Un vecindario verde tiene una temperatura de hasta 6 grados centígrados menos que un vecindario sin vegetación. El concreto y las edificaciones retienen el calor y por eso en las ciudades se forma el fenómeno “isla de calor”, mediante el cual las ciudades son mucho más cálidas que los espacios a su alrededor.

Por otro lado, en varias zonas de Nueva York y de Sídney, Australia, están cambiando los techos oscuros por techos claros para reflejar los rayos solares.

En Viena y en el metro de la Ciudad de México se han instalado pequeñas brisas con agua que refrescan a sus usuarios en los días más calurosos.

Otra amenaza para las ciudades mexicanas son las inundaciones por el aumento del nivel del mar o por lluvias intensas o torrenciales.

Durante el 2021 lamentablemente fallecieron 17 personas y 10 mil más fueron evacuadas por las inundaciones de Tula, Hidalgo.

Este año, la cantidad de agua que suele llover en dos meses, llovió en tan sólo dos días en algunas zonas de Bélgica y de Alemania, causando graves estragos.

Ante el aumento del nivel del mar hay dos principales estrategias: construir grandes muros de contención o la novedosa estrategia de Países Bajos, que consiste en crear espacios urbanos o parques hundidos hacia los que redirigen el mar cuando éste se eleva.

Una cuarta parte del territorio de Países Bajos está por debajo del nivel del mar, por lo que hasta sus cocheras se están convirtiendo en depósitos de agua de emergencia. En vez de combatir al mar, prefieren encauzarlo para así evitar muertes y gigantescos costos económicos.

Por otro lado, el Foro Económico Mundial expuso recientemente que el 98% de las grandes ciudades chinas sufren inundaciones regulares, por lo que su gobierno está construyendo ciudades esponja, es decir, ciudades con suelos permeables, que permiten la filtración del agua de lluvia y la dirigen a jardines, estanques o al subsuelo. Otra estrategia es la recolección de agua de la lluvia.

Ambas estrategias funcionan adecuadamente para combatir otras de las amenazas que empeorarán en las ciudades mexicanas: las sequías y la falta de abasto.

Nuestras ciudades deben prepararse para lidiar con periodos con mayor escasez de agua y aprender de otras urbes que reciclan buena parte del líquido vital que utilizan.

Además, 72% del consumo humano de agua es para la agricultura, así que la clave para enfrentar las sequías implica hacer una agricultura mucho más tecnificada, inteligente y eficiente.

En Países Bajos han reducido el 90% del consumo agrícola de agua gracias a la investigación científica. Mientras que en Estados Unidos producir un kilo de tomates requiere 126 litros de agua, en Países Bajos ahora pueden hacerlo con sólo 8 litros de agua.

Más vale prevenir que lamentar, porque prevenir es muchísimo más barato y nos ahorra fuertes dolores de cabeza y pérdidas en vidas humanas.

La comunidad científica lo ha dicho constantemente: debemos reducir con sentido de urgencia las emisiones contaminantes, especialmente dejando de quemar combustibles fósiles, y ahora también debemos adaptar nuestras ciudades a los cambios inevitables del clima al que estuvimos acostumbrados.

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