“Bolillo con café…”, “pan dulce con leche…” dentro de mi experiencia como profesional de la salud en el área de la nutrición estos son los alimentos que recurrentemente son referidos por los pacientes como desayunos y/o cenas habituales, específicamente por pacientes adultos mayores.

La pandemia por COVID 19 se ha encontrado con una población de adultos mayores vulnerables por el propio proceso de envejecimiento, es por ello que los estilos de vida saludables propios como una alimentación adecuada toman vital relevancia.

Una alimentación adecuada consta de la combinación diaria de alimentos de origen animal, frutas y verduras, leguminosas (frijoles, lentejas, habas, garbanzos, etc.), cereales (preferentemente integrales o derivados de maíz, avena o amaranto), lácteos, oleaginosas (almendras, cacahuates naturales, nueces, etc) grasas saludables (aceite de oliva, aguacate) y agua natural.

La deficiencia de proteínas puede traer como consecuencia una pérdida de masa muscular, mala cicatrización y puede alterar la función inmunitaria la cual ésta última resulta fundamental en estos tiempos de COVID 19.

Asegurando el consumo de 30 g de proteína de origen animal tanto en el desayuno, comida y cena, ayuda a promover una buena salud, promueve la independencia y funcionalidad en el adulto mayor, de acuerdo a Murphy C. Et al. Se deben buscar consistencias adecuadas de acuerdo a las diferentes necesidades que puedan existir.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda el consumo de 180 g al día de alimentos de origen animal, de los cuales carnes rojas cortes magros de una a dos veces por semana, carne blanca dos a tres veces por semana al igual que el huevo.

Una disminución en el consumo de proteínas puede reflejar una deficiencia en el aporte de vitamina B6, la cual se relaciona con alteraciones en la función inmunitaria, así como en la capacidad de concentración y memoria.

Cabe destacar que estas recomendaciones se encuentran dirigidas a población con perfil sano, aquellos con afecciones renales, ácido úrico elevado, entre otros, deben consultar a un nutriólogo que pueda personalizar su alimentación.

De forma gradual, el proceso de envejecimiento trae consigo diversos cambios fisiológicos, entre los más sobresalientes relacionados con la nutrición se mencionan: la salud bucal (deficiencia de piezas dentales, caries, problemas en las encías que interfieren con llevar a cabo una buena alimentación); alteraciones en los sentidos (disminución en el sentido del gusto por lo cual reduce el apetito y por consiguiente la ingesta de alimentos, disminución en el sentido del olfato que puede traer como consecuencia alguna intoxicación alimentaria por no identificar alimentos no adecuados para el consumo); función gastrointestinal (existe una disminución de hormonas, enzimas y sustancias que juegan un papel importante en el proceso de digestión y absorción de nutrimentos que puede facilitar el camino para un estado nutricional deficiente); función musculoesquelética (cambios en la composición corporal como reducción progresiva de la masa muscular y por otro lado aumento en el porcentaje de la grasa). Se considera que la masa muscular disminuye alrededor de 2 a 3% por decenio. Cabe destacar que estos cambios van ocurriendo a diferente ritmo de acuerdo al estilo de vida que lleve a cabo la persona.

Maestra en Nutriología Aplicada, con reconocimiento PNPC, CONACYT por la Universidad Iberoamericana. Especialista en Nutrición Gerontológica, con reconocimiento de Programa Nacional de Posgrados de Calidad CONACYT.

Gutiérrez LM, et al. (2010) Gerontología y Nutrición del Adulto Mayor. McGraw Hill. México
Organización Mundial de la Salud. Recomendaciones nutricionales para adultos durante el brote de COVID-19. Disponible en: http://www.emro.who.int/nutrition/nutrition-infocus/nutrition-advice-for-adults-during-the-covid-19-outbreak.html 
Murphy C, et al. (2016) Dietary protein to maintain muscle mass in aging: a case for per-meal protein recommendatios. The Journal of Frailty & Aging. Volume 5, Number 1.

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