En el perturbador (por revelador) documental Catfish (2010), los cineastas Henry Joost y Ariel Schulman filman los detalles sobre cómo su amigo mutuo, Nev, empieza a ligarse a una jovencita por internet. La chica en cuestión manda fotos, describe detalles de su familia, envía cuadros y habla con Nev por teléfono. Pero cuando Nev y su guapísima novia en línea finalmente se conocen, bueno, ya imaginarán ustedes el desenlace.

El engaño de las relaciones por internet (gente que crea perfiles falsos y se hace pasar por otras personas, usualmente más atractivas), no es un fenómeno aislado. De hecho el asunto sucede con tanta frecuencia que ahora Catfish es un programa de televisión donde los mismos chicos del documental se dedican ahora a desenmascarar a quienes recurren a este engaño.

En Celle que vous croyez (No soy quien crees, 2018), el cineasta francés, Safy Nebbou, plantea la misma historia que en Catfish pero en dirección opuesta: ¿cómo se vive este engaño desde el punto de vista de quien lo planea y ejecuta?

Claire (la siempre efectiva Juliette Binoche) es una profesora universitaria de 50 años, con libros publicados, dos hijos y un divorcio. Luego de la ruptura con su joven amante Ludo (Guillaume Gouix) y con la obsesión por saber la identidad de la mujer por la que ha sido reemplazada, Claire se crea un perfil falso de Facebook y comienza a agregar a los amigos de Ludo.

En esas estamos cuando de la nada, el mejor amigo de su ex amante, el fotógrafo amateur Alex (François Civil), le hace la plática a Clara Antunés (la personalidad falsa pero joven y guapa de Claire en línea). El interés que muestra el chico, la soledad, la necesidad de sentirse deseada, ¿simple locura o poderoso autoengaño?, todo ello lleva a Claire a seguir el juego hasta que llega a niveles insostenibles, al grado que todo lo que sabemos de esta historia es en realidad a través de las pláticas que sostiene la profesora con su terapeuta.

“Para algunas personas las redes son la balsa y el naufragio”. Se trata pues de una versión ficticia, pero mucho más sofisticada, del mismo tema del que trata Catfish, con el agregado de que en esta ficción se reflexiona incluso más profundamente sobre las razones por las cuales alguien se crea un perfil falso y carga una foto de otro para poder ligar en línea.

Basada en la novela homónima de la escritora Camille Laurens, el director jamás se atreve a juzgar a su frágil protagonista, al contrario, la cámara de Gilles Porte todo el tiempo muestra a Claire (a Binoche) como una mujer bella, talentosa, profesional, independiente, aunque irremediablemente obsesionada con la vejez, el abandono, la falta de cariño, y con el hecho de que su marido la dejó por alguien “que podría ser mi hija”.

En sus propias palabras, Claire acepta -y tiene razón- que en sus largos chats con Alex, ella misma se convierte en una mujer de 24 años: viola sus propias reglas de comportamiento (no usar celulares a la hora de la comida), descuida a sus hijos, y se enreda en una espiral de una baja autoestima mezclada con un deseo irrefrenable por ser amada.

La liberación de Claire a partir de su falso perfil de Facebook parece funcionar y otorgarle la felicidad que tanto anhela (claras reminiscencias con Gloria, 2013), pero por supuesto la mentira será insostenible. Es ahí donde Nebbou pierde un poco el ritmo, provocado por una serie de giros de tuerca que llevan a la cinta a un terreno más propios del melodrama que del análisis serio sobre lo que el anonimato en las redes sociales provoca en ciertas personas.

Como sea, el filme nunca pierde interés, principalmente por la actuación precisa de Juliette Binoche quien no sólo lleva sobre sus hombros todo el filme, sino que además es capaz de sostener varias escenas (donde lo único que hace es chatear) mediante su poderosa mirada, su elegante porte, y esa sonrisa tan característica de Juliette Binoche.

Hablando de romances frente a una máquina: el amor que le tiene la cámara a Binoche es, como dicen, eterno e inolvidable.

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