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“El movimiento estudiantil de 1968 conquistó libertades, logró que México no siguiera encasillado en el autoritarismo y fincó un precedente para la democratización del país, pero también debemos mencionar los aspectos negativos como el desarrollo de la guerrilla y de una izquierda irracional”, aseguró Gilberto Guevara Niebla, líder estudiantil y consejero de la Junta de Gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE).

Durante la mesa redonda A 50 años del movimiento de 1968: su contribución a la democratización de México, realizada en el Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Guevara Niebla comentó que algunas de las consecuencias del movimiento fueron la reforma electoral promovida en 1977, la estimulación del Partido Acción Nacional (PAN) como segunda fuerza política, y que luego de la masacre se desencadenó una desestabilidad política en el país.

“El gobierno pensó que conseguiría la paz con su represión, pero fue lo contrario, surgieron nuevos movimientos políticos. El movimiento estudiantil de 1968 y su represión fueron un semillero para el activismo que lamentablemente terminó en una guerrilla, en una lucha armada porque los jóvenes no creían en la democracia, perdieron los deseos y anhelos en las instituciones y tomaron las armas; eso también provocó que se creara una izquierda llena de resentimiento social”, indicó.

Julio Labastida Martín del Campo, investigador titular del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, consideró que después del movimiento del 2 de octubre se consolidó el sistema político mexicano.

“Es el legado que nos dejó ese movimiento, la construcción de la democracia en la que vivimos y nos desenvolvemos en la actualidad”.

El académico lamentó que el movimiento estudiantil haya terminado en una matanza cuando los jóvenes sólo demandaban la existencia de un efectivo Estado de derecho.

“Los estudiantes pedían la aplicación de la ley para castigar a las autoridades que violaron la Constitución y se extralimitaron en su poder. Ojalá que nunca más haya en México un poder absoluto y arbitrario que tome una decisión tan brutal como ocurrió hace 50 años”.

Afirmó que la creación de fiscales que sean independientes del poder Ejecutivo, es también resultado de la lucha que inició hace medio siglo.

“Con esta fiscalía se levanta la bandera del movimiento de estudiantes de 1968, es algo que se pedía: la independencia de poderes”.

El también investigador titular del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, Hira de Gortari, dijo que aunque su participación en la movilización no fue activa, el hecho de pertenecer a una familia de izquierda le permitió darse cuenta de que en México se vivía un régimen autoritario y represivo, y que después del movimiento, la represión y el exilio de los involucrados se trazó una ruta hacia una democracia participativa.

“Había de todo, quienes consideraban que el simple hecho de ser joven era un delito, hasta los ciudadanos que se unían a las marchas, la gente que aventaba papelitos y confeti en las manifestaciones, los que daban dinero a los brigadistas. Después del hecho tan lamentable en Tlatelolco, se consiguió una democracia participativa, que la gente se interesara por lo que ocurría en su país y quisiera ejercer sus derechos”.

Jorge Martínez Contreras, director del Centro Darwin de Pensamiento Evolucionista (CEDAR) de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Iztapalapa (UAMI), expresó que la creación de esa institución, un mayor renombre a los académicos y estudiantes de la UNAM y universidades estatales, fue un resultado directo del movimiento estudiantil de 1968.

“Hubo consecuencias directas en la educación, los jóvenes querían participar en la vida política del país, que se les tomara en cuenta, y para ello sabían que tenían que estar preparados, que había que leer, informarse y educarse todo el tiempo”.

Martínez Contreras lamentó que a 50 años de los hechos ocurridos en la Plaza de las Tres Culturas, todavía no se conozca con seguridad quién dio la orden de disparar, y que por lo tanto exista un vacío de justicia.

“Necesitamos saber de qué manera ocurrieron los hechos reales, nada de que a algún mando militar se le fue la mano y ya; sólo dar carpetazo.

La masacre [del 2 de octubre de 1968] fue algo predeterminado, algo planeado. Debemos seguir en el mismo radar de exigir justicia, no importa cuántos años han pasado desde aquel 2 de octubre, ni los que falten para pedir la verdad, requerimos respuestas”.

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