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Hijo de un campesino de Ciudad Camargo, Tamaulipas, Juan Alberto Torres llegó a Nuevo León hace 46 años. Dejar su lugar de origen fue su mejor opción para superarse y darle una mejor vida a su familia.

Desde hace 33 años su empleo de cancelería en aluminio le ha permitido tener una casa y pagar la escuela de sus tres hijos: “El secreto de este trabajo es hacer bien las cosas, que le gusten al cliente y con eso consigues recomendaciones”, cuenta.

Cuando este hombre llegó con su familia a Nuevo León no tenía nada. No había servicios ni pavimento. Las colonias del noroeste de Monterrey eran los basureros municipales, pero la situación comenzó a mejorar hace una década y el panorama cambió. “Hay más flujo de dinero y más trabajo”, relata.

Para Juan la explicación es simple, la gente es muy organizada y participa en la búsqueda de soluciones. “Cooperan para reparar un bache, arreglar un transformador de luz y también para exigir a las autoridades cuando se necesita”, asegura.

Además, el trabajador afirma que los proyectos de salud y educación en la zona han logrado que los jóvenes no caigan en vicios.

Después de 40 años viviendo ahí, Juan explica que estos puntos han contribuido a mejorar la vida de muchas familias norteñas.

“Aquí la gente es muy unida y eso es algo que hace falta en el país para enfrentar los problemas”, dice.

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