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El legado que los Topos podemos dejar a México es a los jóvenes que se sumaron a las labores de rescate, es nuestra labor ceder la batuta, enseñarles lo que sabemos y prepararlos, esos millennials nos dieron una bocanada de aire fresco, nos hicieron tener esperanza, compartió a EL UNIVERSAL Héctor Chino Méndez, presidente de la organización Topos Azteca que surgió luego del terremoto de 1985.

En una casa de San Jerónimo, en Tetela del Volcán, el rescatista se resguarda de la lluvia. Orgulloso de los “muchachos que valientes salieron para levantar escombros, cargar cubetas, preparar comida, ellos nos hicieron olvidar la corrupción, los malos manejos de políticos, ese hastío que teníamos como ciudadanos”.

Los próximos 22, 23 y 24 de septiembre, el equipo de Topos Azteca tomaría un curso de rescate en Torreón, Coahuila, el sismo del 19 de septiembre los hizo actuar en una situación y en tiempo real.

Ese martes, los Topos se reunieron entre las calles de Juárez y Balderas para conmemorar el 32 aniversario del terremoto de 1985, al término del simulacro caminaron hacia la calle de Madero en donde encontraron un local donde vendían tacos, “entramos a comer porque era nuestro premio después del macrosimulacro que salió bien, ahí nos agarró [el sismo]”.

El suelo se meció, la alerta sonó apenas segundos después de que los rescatistas sintieron el temblor y trataron de calmar a la gente y encaminarla frente a la Catedral metropolitana. “A lo mejor pensaron que estaban seguros porque comíamos ahí, casi nadie corrió, llegamos al Zócalo sin ver un edificio caerse; lo triste vino después, cuando nos dimos cuenta de que media ciudad estaba en ruinas”.

A diferencia de 1985, en este sismo El Chino Méndez no pudo sacar a personas con vida de entre los escombros que dejó el terremoto.

“Ramón Suárez llegó aparte, se montó en una bicicleta desde Ciudad Universitaria y estuvo en la zona (del colegio Rébsamen) antes que nosotros, sus ojos presenciaron el milagro de sacar a un niño con vida. Ser Topo no es de protagonismos, no buscamos el reconocimiento de la sociedad, nuestra vocación es servir a México”, expresa el rescatista.

Una vez que concluyó el sismo, los Topos se dirigieron al Metrobús Hidalgo, el tránsito hizo inaccesible este medio de transporte, policías que viajaban en motocicleta fueron su salvación, los llevaron a la escuela Rébsamen, otros rescatistas se fueron a Chimalpopoca, a la fábrica textil; otros a la calle de Morena, al Multifamiliar de Tlalpan, un día después realizaron un rescate en Coquimbo, en Lindavista.

Las diferencias que encuentra Héctor con el terremoto de 1985 al de hace una semana es que en 32 años se han preparado en materia de rescate y protección civil. “Hemos tejido redes, ahorita estamos en Tetela del Volcán, en Morelos, con un grupo internacional de Topos que vienen de Estados Unidos, Francia y México, estamos evaluando viviendas para saber cuántas se deben tirar”.

Hace más de tres décadas El Chino vio un pueblo unido ante la tragedia, ahora también, pero integrado por jóvenes.

“En el 85 vi volcarse al pueblo en las calles, pero hoy me siento muy orgulloso de ver a los muchachos que todo mundo consideraba inútiles, que los veían con desprecio, los desacreditaba, todos ellos salieron en masa, creímos que serían indolentes, después del sismo nos demostraron lo contrario, estos millennials nos dieron una bocanada de aire, nos hicieron olvidar el asco que sentíamos hacia la corrupción de los políticos, ese enojo y hastío se canalizó en un aliciente para convertir esta situación tan negativa en una corriente solidaria”, cuenta el rescatista.

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