Miles de cruces enclavadas en las principales avenidas de Culiacán, Sinaloa; una glorieta que cambió su nombre de Niños Héroes por La glorieta de los desaparecidos, en Guadalajara, y placas colocadas en el Palacio Municipal de Cuernavaca, Morelos, para no olvidar a víctimas de desapariciones son otro tipo de expresiones ciudadanas para preservar la memoria de violaciones a derechos humanos en México.

Culiacán, donde se asienta el Cártel de Sinaloa, presenta un alto registro de asesinatos en sus calles, con cruces denominadas cenotafios, las cuales son colocadas porque se cree que el espíritu de las personas se queda en el lugar donde fallecieron.

Desde 2013 autoridades de la ciudad han intentado retirar estas cruces con la intención de evitar que la zona sea vista como peligrosa por los turistas; sin embargo, en las calles se ven cenotafios (monumentos funerarios), como el dedicado a uno de los hijos de Joaquín El Chapo Guzmán.

La Fiscalía General del Estado de Sinaloa registró 9 mil 974 homicidios dolosos desde 2011 hasta el 31 de julio de 2018.

En Guadalajara, los familiares de personas de las que se desconoce su paradero decidieron renombrar una glorieta el pasado 25 de marzo, como señal de protesta e inconformidad, ante la actitud que han tomado las autoridades en sus casos.

Ubicada en el cruce de las avenidas Chapultepec, Niños Héroes y Mariano Otero, en la ciudad de Guadalajara, el monumento emblemático edificado en 1950 por el escultor mexicano Juan Fernando Olaguíbel Rosenzweig dejó su nombre de Niños Héroes por La glorieta de los desaparecidos.

Jorge Rocha Quintero, académico del Departamento de Estudios Sociopolíticos y Jurídicos del ITESO, comentó que la violencia ha llevado a que la sociedad sea más organizada y exija al Estado respuestas ante tantas desapariciones a través del cambio simbólico del nombre de esa obra.

En septiembre de septiembre de 2016, Javier Sicilia, fundador del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, colocó en los arcos de Palacio de Gobierno siete láminas con los nombres de las personas asesinadas el 28 de marzo de 2011, entre ellas, su hijo Juan Francisco Sicilia Ortega, con el fin de no olvidar a las víctimas.

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