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El estruendo de la maquinaria pesada colapsó la esperanza de Renata por encontrar con vida a su madre Laura Ramos. En medio del doloroso camino a la resignación, perdieron fuerza los indicios de rescatarla viva del edificio de Enrique Rébsamen 241.

“Hemos visto las cámaras térmicas de los Topos y hay nulas señales. Vamos a esperar hasta que se vea toda la calle y quiten todo el edificio para buscarla por toda la ciudad”, comentó con resignación Eugenio Villanueva, yerno de Laura. Desde temprano, las autoridades y elementos del Ejército estaban listospara demoler el inmueble. Grúas, mazos, martillos y un camión para recoger los escombros aparecieron en la zona. Todo dispuesto para derrumbar la edificación. Entonces, llegó lo que nadie deseaba: la alerta sísmica.

Las labores se suspendieron y los vecinos salieron aterrorizados a las calles. Cada vez que se mueve la tierra existe la sensación de que lo peor llegará, pero, por fortuna, no fue así. Fue una sacudida ligera, acompañada de un gran susto.

Volvió la calma y también regresaron los trabajos y la pregunta siguió en el aire: “¿Y la señora Laura? ¿Supieron algo, la rescataron?”, cuestionaron los habitantes de la zona.

“Hemos pedido como familia que se haga una remoción quirúrgica de edificio. Si te fijaste, no ha sido todo de un golpe, sino parte por parte. Tenemos la esperanza de encontrar a mi suegra”, insistió.

“Si eso no ocurre, veremos cómo vamos a encontrarla”, remató.

La campaña de Renata en redes sociales, en las que rogó porque se agotaran los esfuerzos por rescatar a su madre, funcionó.

La hija de Laura no abandonó el lugar, pese al peligro que se corre en medio de los inmuebles que pueden caer en cualquier momento. Quiso mantenerse al tanto de cualquier noticia concerniente a su madre.

Las horas pasaron y sólo muros desechos eran colocados en los contenedores, que se llevarían el material inservible.

A la par de la búsqueda de la señora Ramos, habitantes del edificio 249 peleaban porque se les dieran explicaciones acerca de por qué se demolerá su edificio. Según ellos, nadie les ha mostrado un dictamen contundente y su patrimonio está en juego, nadie sabe lo que va a pasar, sobre todo si recibirán ayuda alguna.

La luz natural en Rébsamen se perdió. Las máquinas no se apagaron, siguieron con la demolición del 241. De Laura Ramos, nada. La esperanza de Renata, colapsada.

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