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En las zonas centrales de México con fuerte presencia del huachicoleo, las mujeres se han convertido en objetivo de la “guerra de exterminio” que libran las bandas criminales que se disputan el control del robo de combustible, similar a la lucha entre cárteles rivales del narcotráfico o la de un conflicto armado, recalca la feminista María Salguero Bañuelos.

Autora de un mapa interactivo que documenta desde 2016 el feminicidio en todo el país —al que ahora añade las estadísticas del huachicoleo—, Salguero, geofísica del Instituto Politécnico Nacional (IPN), indicó que existe un vínculo entre la extracción ilegal de hidrocarburos, que registró un crecimiento en los últimos años, y el incremento de asesinatos de mujeres en los municipios que forman el “triángulo del huachicol” en Guanajuato: Celaya, Salamanca, Irapuato, León, Apaseo el Grande y Apaseo el Alto.

¿Cómo encontró la relación que existe entre feminicidio y huachicol?

—Hay patrones de violencia similares en los cuerpos de las mujeres asesinadas, son encontrados en caminos de terracería, con signos de tortura, con el tiro de gracia o con narcomensaje. Al ser la gasolina lo que se pelea, las plazas, las mujeres son vistas como botín de guerra, las usan como trofeo, se trata de una guerra de exterminio hacia el enemigo, pero también hacia las familias.

Realmente desconocemos el papel de las mujeres en el huachicoleo; sin embargo, las agresiones de índole sexual representan una forma de atemorizar a la gente de algún lugar o a comunidades enteras. Se daña al enemigo asesinando a las mujeres cercanas a él, son vistas como pertenencia.

Usted también es asesora de Naciones Unidas. ¿Cómo interpreta el organismo este fenómeno?

—El Modelo de protocolo latinoamericano de investigación de las muertes violentas de mujeres por razones de género, de ONU Mujeres, expone que los feminicidios que se producen en el marco de conflictos armados se mueven entre los dos polos principales de la motivación feminicida: la mujer como posesión y como objeto sexual, pero hay una tercera motivación, producto de la fusión de las otras dos, que es la mujer como objeto de posesión contraria, es decir, como una posesión del enemigo que hay que atacar de múltiples formas, con el objetivo de dañarlo o vencerlo.

Los feminicidios producto de la tercera motivación se caracterizan por su gran violencia, la existencia de violencia sexual y la exposición del cuerpo sin vida en lugares públicos, con mensajes explícitos o con manipulaciones denigrantes y humillantes para las mujeres y sus comunidades.

Es decir, la mujer es reducida a la condición de un activo estratégico del rival...

—Así es, predominan los asesinatos con armas de 9 milímetros, fusiles AK-47 y AR-15, así como pistolas de 5.7 milímetros “matapolicías”, capaces de atravesar 10 capas de blindaje.

Después las encuentran embolsadas, ensabanadas, descuartizadas o calcinadas, que es otro de los puntos en común.

¿Cómo ha evolucionado este delito en sus registros?

—Encontramos que en el “triángulo del huachicol” de 2018 a 2019 el número de asesinatos se incrementó de 35% a 50%, y eran mujeres acompañadas de su pareja sentimental, o con hombres cercanos a su entorno, sus papás, hermanos, novios; aumentaron, asimismo, los multihomicidios y multihomicidios de familias.

¿Cómo evalúa la respuesta de las autoridades?

—En el caso particular de Guanajuato, creemos que los feminicidios deben ser registrados e investigados con perspectiva de género.

El procurador general de Justicia del Estado, Carlos Zamarripa Aguirre, ha tendido a criminalizar a las víctimas, diciendo que estaban vinculadas con la delincuencia organizada; por eso es necesario estudiar el contexto de cada una y entender por qué la familia las involucra o qué situaciones de desigualdad las llevan a eso. Muchas veces son secuestradas por grupos delictivos.

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