Solidaridad y tolerancia son formas eficaces para enfrentar el miedo al ya sea que este virus afecte a la población de manera individual o colectiva durante las próximas semanas, vaticinadas como difíciles, afirma la especialista en manejo de crisis emocionales, Cristina López Pedraza.

En la cuarentena hay quienes tardan más en adaptarse a convivir con su familia en casa las 24 horas y por ello, eventualmente, dice, ser más susceptible a caer en cuadros de angustia y preocupación.

Parte de la población tiene miedo a contagiarse, enfermar o que este padecimiento lo sufra un familiar, y contra estos escenarios, López Pedraza pide que en las instituciones médicas se cuente con equipos de reacción, en respaldo de los pacientes de Covid-19 y de sus familiares responsables de su atención.

Especialista en Psiquiatría y Psicogeriatría y capacitadora en materia de urgencia siquiátrica e intervención en crisis emocionales, López Pedraza refiere que la pandemia es “causa constante de miedo, que desata mecanismos de defensa o conductas adaptativas de la vida en familia, bajo la emergencia”.

“[En] el diario convivir en un mismo espacio y tiempo, hay quienes lo están logrando bien”. Sin embargo, el miedo se acrecienta en personas que no son los suficientemente maduras y fuertes, y ello da lugar a trastornos adaptativos. Esto se puede identificar, expone, cuando la persona tarda más en entender a su familia, su situación económica y lo que sucede a su alrededor.

Puede haber ansiedad, preocupación excesiva, síntomas afectivos, como tristeza, y somáticos, como dolor de cabeza, no dormir bien, no comer bien. “Todo es parte de la mala adaptación al miedo”.

Dice que se recurre al sacerdote, a la comadre, al curandero, a todo tipo de personas, y si alguien puede ser un facilitador, es un sicólogo o un siquiatra, “quienes nos entrenamos para ello”. Pide que se les vea de una forma “más amigable”.

López Pedraza recomienda abatir el miedo, al aprovechar estar en casa, fortalecer vínculos con la familia; a las madres que trabajan y temen perder el trabajo, enfermar o contagiar a sus hijos, las alienta a ocuparse en los cuidados de la salud e higiene que indican las autoridades.

Los que se preocupan porque otros lo están, se enojan o se ponen nerviosos pueden ser presas de un efecto dominó de miedo, y este se combate al reconocerlo, identificarlo y controlarlo, dice. Sugiere también no exponerse a noticias falsas.

Parte de la tarea familiar, dice en entrevista, es “fortalecer el aquí y ahora, el estar con la familia, leer, ver películas, jugar, ver fotografías y canalizar la energía en forma positiva”.

Asegura que seguir las indicaciones “baja el riesgo”; aunque “quien es diabético y tiene miedo a contagiarse [e infectar], puede ver la oportunidad de que hace bien por su salud desde casa”.

Tocante a quienes tienen un ser querido en el hospital y “sus mecanismos de defensa no son suficientes, necesitan una intervención más especializada y en las instituciones se tienen protocolos de apoyo con primeros auxilios sicológicos y atención siquiátrica con medicamento”.Para primeros auxilios se toma en cuenta el desgaste, cuando la persona no descansa bien, siente fatiga y no tiene tolerancia. “Probablemente es el momento de pedir ayuda”.

Hubo miedo en los sismos de 1985 y 2017, así como en la epidemia de influenza hace 10 años y ahora “no dudo que se tenga una mejor respuesta, con muchas buenas conductas adaptativas”.

El miedo colectivo se expresa, agrega, “con intolerancia a los demás porque se siente que no guardan su distancia, que se tienen que satinizar algo, que unos no usan cubrebocas. Puede haber conductas más agresivas con los vecinos”.

Ante eventuales hechos, como ha ocurrido en otros países, con cientos de muertos, convoyes de ataúdes y extensas fosas comunes, la psiquiatra dice que en ese momento la población “se adapta a esta realidad que no podemos controlar”.

Remarca: “El decir: ‘No pasa nada, de todos modos me voy a morir’, es el pensamiento del mexicano que esconde el miedo; irse de vacaciones, a pesar del Covid-19, es una evasión (...) Lo peor no es morir por Covid-19, [sino] el proceso de enfermarse, contagiar, padecer [del virus] y que otro vea [morir] al ser querido”.

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