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En México, cuatro de cada 10 jóvenes viven en la pobreza, principalmente por la baja calidad del sistema educativo nacional, la falta de desarrollo de habilidades socioemocionales, así como la deserción escolar en educación media superior y superior, y a las pocas oportunidades laborales por no tener experiencia, informó el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Al presentar el estudio ¿Qué funciona y qué no en desarrollo laboral juvenil?, el organismo indicó que las condiciones y la rigidez del mercado laboral, el costo elevado de despido y los altos impuestos sobre la nómina pueden afectar la creación de empleos formales, incluyendo aquellos dirigidos a jóvenes.

En el documento del Coneval se informa que la juventud representa una cuarta parte de la población total del país, debido a que para el primer trimestre de 2018 había aproximadamente 31.1 millones de jóvenes, entre 15 y 29 años, que representaban 29.3% de la Población Económicamente Activa (PEA).

El Coneval detalló que en el país, 42.9% de los jóvenes vivía en situación de pobreza, y de esta proporción, 54.1% estaba ocupado, 4.3% desocupado y 41.5% era población no económicamente activa.

Al analizar por tipo de localidad, rural o urbana, se encontró una distribución similar de los jóvenes en situación de pobreza.

“Durante 2016, en las localidades urbanas, 10.2% de los jóvenes en pobreza ocupados contaba con acceso directo a la seguridad social, pero en el ámbito rural sólo 2.9% cuenta con dicho acceso.

“En cuanto a los indicadores que componen la seguridad social, la prestación más recurrente entre los jóvenes es el acceso a servicios médicos; sin embargo, la cobertura es muy baja, ya que en zonas urbanas no alcanza 20% de los jóvenes ocupados y en rurales no llega ni a 5%”, detalla el documento.

En este sentido, el organismo aseguró que México actualmente se encuentra en un proceso de transición demográfica que se caracteriza por el engrosamiento de la parte media de la pirámide poblacional, es decir, el incremento proporcional de la población joven respecto al total de la población.

“Esta estructura demográfica con- lleva importantes retos, como brindar a los jóvenes educación y trabajo suficiente de buena calidad, y garantizar a esta población la disponibilidad futura de un sistema de seguridad social que les permita vivir su vejez en situaciones decorosas”.

Ante esto, el consejo señaló que la evidencia muestra que las intervenciones sobre educación laboral y capacitación generan que los jóvenes desarrollen competencias profesionales específicas, habilidades para entrevistas, desarrollo de currículo y búsqueda de empleo.

En el estudio se asegura que un tema fundamental en este rubro son las condiciones en las cuales se da la transición de la escuela al trabajo entre los jóvenes, el tiempo que permanecen en la escuela y las habilidades adquiridas en ésta, que determinan, en gran medida, las características de los empleos a los que tienen acceso.

“Uno de los mayores retos que enfrenta el país hoy en día es la transición exitosa de la escuela al trabajo de los jóvenes en un contexto de falta de oportunidades educativas y de empleo adecuadas para este sector poblacional. En general, los jóvenes se enfrentan a situaciones que los llevan a periodos prolongados de desempleo y les impiden mejorar sus habilidades y obtener experiencia de manera consistente. Algunas de estas situaciones se relacionan con la dificultad para obtener un trabajo estable dentro del sector formal en sus primeros años del ciclo laboral o con la proclividad a ser despedidos en épocas de crisis”, indica el estudio.

El Coneval afirma que para un joven mexicano experimentar el desempleo en una etapa temprana de la vida profesional puede tener secuelas “que seguirán desalentando sus perspectivas de empleo e ingresos incluso decenios más tarde, así como afectando negativamente su grado de satisfacción personal y profesional”.

Apuntó que estos efectos son más graves para los jóvenes que cuentan con un nivel de educación secundaria o inferior, puesto que desde un principio se encuentran en una posición de mayor vulnerabilidad.

El documento detalla que en países desarrollados como Estados Unidos, intervenciones para incrementar la demanda de trabajo mediante subsidios al salario han tenido efectos positivos y significativos para mantener a los jóvenes empleados.

“Para el caso de México, la coordinación institucional entre programas como Prospera y el de Apoyo al Empleo pudieran potenciar la inclusión laboral de los jóvenes de hogares beneficiarios y, en el largo plazo, contribuir a mejorar las condiciones de bienestar social y la salida progresiva de la condición de pobreza de los nuevos hogares que formen los ahora muchachos beneficiarios”, señaló.

También se aseguró, con base en evidencia en otros países, que los programas que combinan componentes como adiestramiento en el trabajo, capacitación de habilidades para la vida y consejería, tienden a ser más efectivos, y que aquellos programas dirigidos a jóvenes en situación de pobreza en áreas urbanas, son habitualmente más exitosos.

“La capacitación laboral tiene efectos positivos en ingresos para mujeres jóvenes, y se reportan efectos positivos en horas trabajadas para las mujeres jóvenes que se capacitan en estos programas.

“Este impacto es mayor en las mujeres de ingresos bajos y poca escolaridad formal, y en los países en desarrollo, especialmente en América Latina”.

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