Ante la incertidumbre y el temor que durante ya casi un año ha generado el Covid-19 desde que apareció en México, por primera vez en muchos meses en lugar de encierro y soledad lo que experimentan cientos de adultos mayores es esperanza.
“Gracias a Dios que me ha cuidado. Mi vida ha cambiado demasiado. Todo esto es muy triste... Quiero que todo termine para poder volver a ver a mi familia, estar con mis hijos. Mucha gente se puede salvar con esta vacuna; Dios lo permita”, dice María Guadalupe Cortés González, de 81 años.
Llegaron temprano, algunos antes de las 8:00 horas cuando se comenzaron a escuchar murmullos y conversaciones en el jardín San Martín de Milpa Alta, frente al Centro de Salud T-II Dr. Luis Alberto Erosa León.

Venían abrigados ante el frío de la madrugada, protegidos con caretas, lentes y mascarillas, algunos acompañados de sus hijos o familiares más jóvenes, otros solos, cientos de adultos mayores acudieron a la primera jornada de vacunación contra el Covid-19 en la Ciudad de México.
A Alejo Mendoza Reyes, campesino de 77 años, lo impulsa el deseo de convivir con sus nietos y bisnietos y vivir muchos años más para recibir a los nuevos que lleguen: “Tengo dos bisnietos y ahora con esta vacuna, quiero vivir muchos años más para poder verlos crecer y que lleguen otros”, afirma.
Con cobijas, sillas y acompañados de un familiar los mayores de 60 años llegaron desde las 3:30 de la madrugada del lunes, se formaron en la Unidad Médico Familiar 42 del IMSS, ubicada en Cuajimalpa, para poder ser los primeros inoculados.
“A casi un año del inicio de la pandemia se comienza a ver la esperanza de volver a la normalidad”, relata Alberto Javier Solís, de 67 años, quien fue el primer adulto mayor de la alcaldía Cuajimalpa en recibir la vacuna de AstraZeneca.
EL UNIVERSAL recorrió diversos centros de vacunación. A las 9:00 horas personal de los gobiernos de la Ciudad de México y federal comenzaron a revisar los documentos que acreditarán la edad y lugar de residencia de los asistentes. Al ser avalada la información pasaban a una sala de espera y después a otra área para aplicarles la primera dosis.
Cerca de las 11 de la mañana comenzaron a salir los primeros inoculados con cartilla de salud en mano, buscaban a sus familiares asegurando que se sentían bien y contentos.
“No será ahora la solución total [la vacunación], pero es una opción para que volvamos a salir. ¿Quién no quisiera abrazar a sus hijos o nietos otra vez? Estuve encerrado mucho tiempo, no sufro comorbilidades pero no quiero morir”, dijo Raúl, de 70 años, quien fue el segundo vacunado.
Acompañado por su esposa e hija, Raúl señala: “Tuve nervios; sin embargo, pese a lo que dicen en las redes que han fallecido al ponérselas, yo voy seguro que será para que no muera por esta pinche enfermedad”.
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