Ramón Arnaud

jamás imaginó que antes de cumplir 30 años sería teniente en el ejército mexicano y gobernador de una isla en el océano Pacífico . Para su infortunio, tampoco sospechó que menos de una década después de su nombramiento sería olvidado por las autoridades a 1200 kilómetros de su país y moriría en medio del delirio, al intentar alcanzar en un precario bote a un barco de rescate.

Ramón Arnaud Vignon

había nacido el 31 de agosto de 1879 en Orizaba, una ciudad ubicada en el centro del estado mexicano de Veracruz, a 277 kilómetros de Ciudad de México.

Era hijo de dos franceses que habían buscado mejor suerte en tierras mexicanas: Ángel Miguel Arnaud y Carlota Vignon.

Su familia era acomodada, ya que su padre había amasado una buena fortuna a fuerza de trabajar con tenacidad, pero también gracias a un subsidio al transporte que le había dado el Gobierno para construir el ferrocarril urbano. Por eso, había podido comprar una hacienda y una linda casa en la calle Real, de Orizaba.

Según cuenta Laura Restrepo, en su libro “La isla de la pasión” , mientras vivió su padre, Ramón y toda la familia llevaron una vida a la altura de la provinciana pompa de Orizaba . Pero cuando este murió, su viuda dilapidó el dinero. Ramón, el mayor de los hijos, quedó perplejo ante la adversidad y no supo qué hacer con su vida.

"Había sido educado para recibir una herencia, no para lidiar con una quiebra"

, relata Restrepo en su libro. Durante un tiempo fue aprendiz de boticario. Memorizó las fórmulas y los nombres de todos los medicamentos y se aficionó a hacer curaciones de primeros auxilios, hasta que el dueño de la farmacia se fue con negocio y todo a la capital. Tras una época de descontrol y vagancia, Ramón optó por hacerse militar.

"Si hubiera tenido dinero, se habría pagado la carrera de oficial en una academia militar, como cualquier hijo de blanco, y hubiera obtenido medallas, honores y comodidades. Pero al no tenerlo debió convertirse en carne de cuartel", se cuenta en “La isla de la pasión”. Solo le dieron un reconocimiento debido al apellido de su padre: lo dejaron saltar tres o cuatro grados para entrar como sargento primero.

Al poco tiempo, se arrepintió de su decisión y desertó . Vagó por Ciudad de México hasta que lo encontraron y lo encerraron en la cárcel de Santiago Tlatelolco. Un consejo de guerra había dictado su sentencia: cinco meses y quince días de prisión por deserción del ejército y degradación a soldado raso. Al salir en libertad, se juró que cumpliría su deber como militar y volvió a ingresar al ejército como soldado raso.

En efecto, el 16 de diciembre de 1902 había vuelto a ingresar al ejército, en el 23 Batallón en Veracruz. Las condiciones eran más duras que las que lo quebraron cuando entró como sargento primero y sin embargo esta segunda vez aguantó. Poco a poco escaló hasta ascender a subteniente. Tuvo una destacada labor al aplastar la rebelión maya en Yucatán y por eso lo condecoraron con la medalla al mérito y al valor.

En 1907, el coronel de ingenieros Abelardo Avalos , su padrino y protector, le dijo algo que le cambiaría la vida: lo enviarían a la Isla Clipperton o Isla de la Pasión, para defenderla de los franceses. No solo eso: lo ascendían a teniente y el mismísimo expresidente Porfirio Díaz lo nombraba gobernador de la Isla y lo premiaba con un viaje previo a Japón.

La Isla Clipperton, de la que hasta ese momento Arnaud casi no había oído hablar, era un pequeño atolón coralino de apenas 9 kilómetros cuadrados de superficie, situado en el Océano Pacífico, a unos 1300 kilómetros al suroeste de Acapulco, en la costa mexicana. Fue descubierta a principios del siglo XVIII por John Clipperton, pirata y corsario inglés que se dedicó, entre otras cosas, a atacar posesiones y navíos españoles en nombre de su majestad británica.

Un día después del anuncio de su padrino, Arnaud fue recibido por Porfirio Díaz y luego de la cita abandonó el Castillo de Chapultepec seguro de que por fin iba a ser un hombre feliz. Con solo 28 años ya era teniente, gobernador de una isla y hombre de confianza del amo y señor de México. Además, le permitían llevar con él a la isla a la mujer con la que se casaría en breve. Estaba en su mejor momento. Pero... siempre hay un pincelazo que lo arruina todo.

El 20 de noviembre de 1910, cuatro años después de haber llegado a la isla, estalla la Revolución Mexicana. Sin que él lo supiera, se sella ahí su suerte: las autoridades se olvidan de él y de toda la gente que estaba en ese pedazo de tierra perdido en el Pacífico.

Luego de seis años de sobrevivir con lo poco que le proporcionaba la isla y de perder a muchos compañeros, en su mayoría enfermos de escorbuto, Arnaud en su delirio cree ver un barco, va a su encuentro en un bote, pero el bote se hunde y él muere ahogado o, en el peor de los casos, comido por los tiburones. Se terminó así la historia del hombre que de la nada llegó a ser gobernador.

Su hija Alicia Arnaud le cuenta a Restrepo cómo vivió aquel momento fatal:

"El día que murió papá estábamos todos parados en la playa, chicos y grandes, mirando cómo se alejaba en un bote por el mar, cuando de repente apareció la mantarraya que lo volcó. Vimos cómo se lo tragaron las olas. La mantarraya también la vimos, un animal negro, enorme, como una sombra que salió del agua. No sé si la vimos o si nos pareció que la vimos. A veces decíamos que era negra con rayas azules, otras veces que era plateada y despedía rayos".

lsm

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